jueves, 30 de abril de 2015
ESTRENOS DEL 30 DE ABRIL
viernes, 24 de abril de 2015
ESTRENOS DEL 24 DE ABRIL
martes, 21 de abril de 2015
“MORTDECAI”. UN BIGOTE FALSO NO HACE UN CHISTE.
Con el paso del tiempo acabaremos dándonos cuenta que el despegue de popularidad de Johnny Depp con “Piratas del Caribe. La Maldición de la Perla Negra”, más que una bendición ha acabado siendo una losa no sólo para el actor, sino también para los sufridos espectadores. Lo que en 2003 resultaba fresco y novedoso, un nuevo icono cinematográfico con el que la rebeldía indie se integraba en el mainstream de Hollywood, junto con sus últimas colaboraciones con Tim Burton, se ha convertido en un patrón exasperante y cansino a base de pura reiteración. Tras las tres secuelas de “Piratas…”, “Charlie y la Fábrica de Chocolate”, “Alicia en el País de las Maravillas”, “Sombras Tenebrosas” o “El Llanero Solitario”, los histrionismos del actor han dejado de tener gracia, y lo que es peor, la propia estrella (otrora recelosa de la fama) ha acabado creyéndose su personaje y olvidando su faceta de actor. Hijo de todo esto es “Mortdecai”, un personaje grotesco, excesivo, y sin inspiración, cuyo show en pantalla produce esa incomoda sensación del que va a ver un espectáculo cómico y se encuentra ante un humorista incapaz de despertar la risa en la platea.
No es justo depositar toda la responsabilidad del fracaso de la película en su estrella (aunque en él se resuman las mayores fallas de la película). El guion de Eric Aronson busca sin éxito impostar el humor de la productora británica Ealing, del gran Blake Edwards, o incluso del legendario Louis de Funès, mientras que el director, David Koepp, naufraga a la deriva en un género que le es ajeno. Ni siquiera la presencia de otros actores de caché como Gwyneth Paltrow o Ewan McGregor salva la función y únicamente Paul Bettany aporta algún atisbo de comicidad con su papel del guardaespaldas Jock. Y es que uno se pregunta qué diablos se le ha perdido a ese grupo de americanos (salvo por la presencia del escocés McGregor y el londinense Bettany) en el Reino Unido, intentado mofarse de la flema británica con sus acentos impostados y sus ademanes de manual y produciendo uno de los estrenos más insípidos del año.
viernes, 17 de abril de 2015
ESTRENOS DEL 17 DE ABRIL
martes, 14 de abril de 2015
“LA SAGA DIVERGENTE: INSURGENTE”. EL VALOR DEL ARTESANO.
Resulta llamativo como en los últimos tiempos se ha puesto de moda la ciencia ficción distópica juvenil, casi como si fuera un eco del descontento de la población joven por las caducas políticas de las últimas décadas y que han creado diferentes movimientos sociales a nivel internacional reclamando un cambio en el sistema social y denunciando las injusticias de un sistema corrupto. No sabemos si esta coincidencia es meramente eso, una casualidad, si es un recurso de Hollywood para ofrecer una imagen impostada de modernidad o, por el contrario (desde una perspectiva conspiranoica), un medio para que estos jóvenes vean satisfechos sus sueños en la gran pantalla y no los busquen fuera de ella. Sea como fuere, lo cierto es que la libertad parece que ya no tiene la apariencia de una mujer de pecho descubierto como la representara en 1830 Eugène Delacroix (la calificación por edades de Hollywood no lo permitiría), sino la de Katniss Everdeen o, en el caso que nos ocupa, Tris Prior.
En la primera entrega, el centro del conflicto estaba entre las facciones de Abnegación y Erudición, es decir, entre lo emocional y lo intelectual, quedando Osadía como herramienta violenta para imponer un orden dictatorial. En la segunda entrega, entran en juego nuevas facciones, que previamente habían quedado simplemente apuntadas, Verdad y Cordialidad, dos conceptos que en la trama quedan anulados cuando la cobardía ante se apropia de ellas. Recordando el poema de Martin Niemöller “Cuando los Nazis vinieron a por mí…”, una de las principales tramas de la cinta va relacionada con las consecuencias de no resistir las tiranías en los primeros intentos de su establecimiento, junto con la necesidad de la protagonista de perdonarse a sí misma y enfrentarse al sentimiento de culpabilidad por los sacrificio que su revolución ha ocasionado. Nos encontramos por los tanto con una Tris más madura que en la película anterior, pero también traumatizada por la violencia que marcó el clímax de la entrega anterior (como sucediera con Katniss en “Los Juegos del Hambre. En Llamas”, subrayando aún más la cercanía entre ambos personajes, y también el propósito de ambas sagas de dar un retrato más complejo de sus respectivas heroínas). Inicialmente, a la hora de llevar la trilogía “Divergente” de Veronica Roth al cine, la productora Summit Entertainment aspiraba a encontrar un filón juvenil que continuara la estela de “La Saga Crepúsculo”, pero intentando por el camino recabar un reconocimiento crítico más cercano a “Los Juegos del Hambre”. Para ello, al igual que con las aventuras de Katniss, para cuya primera entrega Lionsgate contó con un director con cierto prestigio autoral (Gary Ross, “Pleasantville”, “Seabiscuit, Más Allá de la Leyenda”), la adaptación de la primera novela de “Divergente” se quiso escudar en la reputación de un director de corte indie (Neil Burger, “El Ilusionista”, “Sin Límites”). El resultado fue un tanto apático. Esta primera entrega se regodeaba demasiado en la parte descriptiva y contemplativa de ese futuro distópico que nos presentaba la historia. Al conjunto le faltaba garra, una impronta más enérgica, y sobre todo una mano más experta a la hora de lidiar con las secuencias de acción.
Conocedores de que con la segunda entrega se juegan la continuidad de aquellos espectadores que no forman parte del círculo se seguidores de la novela, la productora ha preferido prescindir de las ínfulas de trascendencia y optar por un director que sepa desenvolverse en el terreno del blockbuster y el cine de género, lo que comúnmente se denomina un artesano. Robert Schwentke ya había dado muestras de una dirección solvente y dinámica, aunque impersonal, en títulos como “Plan de Vuelo: Desaparecida” o “RED”, y aquí opta por insuflar savia nueva a la saga. Las bases siguen siendo las mismas y, desgraciadamente, la trama ideada originariamente por Veronica Roth apenas puede despegar del pastiche de los patrones marcados por la nueva literatura de fantasía juvenil. La química entre Shailene Woodley y Theo James mejora con respecto a la anterior película (tanto juntos como por separado), pero aún así están lejos de resultar convincentes y la incorporación de nuevos rostros como Octavia Spencer o Naomi Watts ayuda a dar un mayor caché interpretativo a la cinta, pero como sucediera con Kate Winslet en “Divergente”, su rol resulta demasiado secundario como para que ello ayude a inclinar la balanza a favor. Sin embargo, en las manos de Schwentke, los protagonistas parecen más humanos, ese Chicago futurista más atractivo visualmente y los componentes de fantasía y acción más dinámicos y sugerentes. “La Saga Divergente: Insurgente” es lo que es: un producto palomitero, destinado a un público juvenil, cuidadoso con la fidelidad a la letra de las novelas, y autoconsciente de su naturaleza de producto de moda (y por lo tanto, efímero), pero al menos gracias a este enfoque desprejuiciado, sí resulta un mejor entretenimiento, que al fin y al cabo es de lo que se trata, ¿no?
viernes, 10 de abril de 2015
ESTRENOS DEL 10 DE ABRIL
jueves, 9 de abril de 2015
ESTRENO “LOVE.SEX.F*CK”
lunes, 6 de abril de 2015
“FOCUS”. JAURÍA
El estrellato es como estar ante una jauría, si percibe que tienes miedo, te atacará sin piedad. Durante años Will Smith fue una de las estrellas indiscutibles de Hollywood, uno de los pocos actores que aseguraban éxito en taquilla sólo con su nombre, ya fuera en géneros dispares como la comedia, la acción o el drama. Sin embargo, llega el momento en que toda estrella empieza a apagarse y una etapa se acaba. El fracaso de “Siete Almas” dejó herida de gravedad la carrera de Smith y desde entonces su filmografía no ha levantado cabeza. “Hombres de Negro 3” quedó lejos de los resultados esperados y “After Earth” fue un fracaso rotundo (el más duro de su carrera, según el actor), aunque achacable a la mala estrella de su director o la falta de carisma de Jaden Smith. “Focus” ha sido el último intento de actor por remontar el terreno perdido, un vehículo para su lucimiento, con todos los ingredientes para triunfar.
Smith ha contado a su favor con un personaje atractivo y seductor escrito a su medida: enigmático, con momentos divertidos, románticos, pero también con un poso dramático que el actor deja intuir, pero no se desvela del todo. A su lado se encuentra una de las actrices ascendentes de Hollywood. Tras “El Lobo de Wall Street”, Margot Robbie tiene aquí otro papel con el que explotar su belleza y sex appeal (con el morbo añadido de una relación interracial, que a estas alturas del partido sabemos que en Estados Unidos sigue despertando reacciones contrapuestas). El resto del plantel de secundarios cuenta con actores de carácter (en su mayor parte) con la suficiente presencia en pantalla como para encandilar al espectador pero sin restar espacio al protagonista. La dirección queda en manos de Glenn Ficarra y John Requa, quienes, tras “Crazy, Stupid Love”, despliegan aquí una puesta en escena sutil y elegante, acompañada por un diseño de producción que rebosa lujo en cada fotograma (vestuario, relojes, coches, casas, todo un catálogo de product placement escogido con la idea de glamour como principal concepto), una dirección de fotografía que juega con texturas postmodernas y esteticistas y una selección de canciones que dan ritmo a la narración. Sin duda, toda una superproducción al más puro estilo de Hollywood.
Y, sin embargo, todo este esfuerzo no termina de cuajar en pantalla. Will Smith evidencia en todo momento su necesidad de demostrar que sigue siendo un actor carismático, pero por el camino pierde la naturalidad que siempre le caracterizó. Nicky Spurgeon no es un personaje, sino una impostura con la que el actor no termina de sentirse cómodo. Su química con Margot Robbie no termina de funcionar. El componente emocional entre los dos personajes resulta forzado y artificial, lo que además deja a la actriz desvalida, sin que su belleza o su simpatía sea suficiente para justificar los giros de su personaje. El guion resulta episódico y disperso, por lo que no da tiempo a que el espectador empatice con ninguno de los personajes. Así, secundarios como Adrian Martinez (Farhad), Rodrigo Santoro (Garriga) o Gerald McRaney (Owens) quedan relegados en favor de la jerarquía del star system. Sólo hay un momento en que la película llega a brillar, y no es gracias al tandem Smith/Robbie, sino a BD Wong, un actor secundario, visto en títulos como “El Padre de la Novia”, “Parque Jurásico”, “Hombres de Negro” o “Decisión Crítica”, quien, inesperadamente y de manera efímera, consigue aportar a la película el carisma que le faltaba, robándole la función a los dos protagonistas.
Por el resto, quizás temiendo que la audiencia, ya bregada en estas tramas de pícaros y estafadores se huela el truco, la película se esfuerza demasiado en esconder sus ases en la manga y se olvida de la principal regla de todo buen engaño, el espectáculo. No podemos negar que “Focus” se deja ver con la complacencia de lo previsible, pero en ningún momento logra deslumbrar al espectador. No es que Smith haya perdido encanto, pero ahora se huele su miedo y eso despierta a la jauría que llevamos dentro.