jueves, 5 de abril de 2012

BSO. “IRA DE TITANES”. LA SINFONÍA DE LOS TITANES.

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Allá por la década de los 30 del pasado siglo, compositores procedentes de la Vieja Europa como Max Steiner, Erich Wolfgang Korngold o Franz Waxman se encargaron de establecer el modelo post-romántico como patrón estándar para la música para el cine, especialmente en la producida en la industria de Hollywood. Si bien con el paso del tiempo, este modelo ha evolucionado, mutado, se ha erradicado y se ha vuelto a instaurar, lo cierto es que a fecha de hoy sigue siendo el que nuestro subconsciente colectivo sigue identificando con la imagen general que tenemos del cine, especialmente cuando hablamos del género de aventuras. Korngold lo bautizó con “El Capitán Blood” en 1935, John Williams lo confirmó en 1977 con “La Guerra de las Galaxias” y Howard Shore lo renovó de cara al público del siglo XXI con “El Señor de los Anillos”.

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Precisamente, el éxito de la adaptación de la obra magna de J.R.R. Tolkien se convirtió en el detonante para que en 2010 Warner Bros diera luz verde a la producción de un remake de “Furia de Titanes”, cinta de culto que supuso en 1981 el último trabajo del maestro de efectos especiales Ray Harryhausen. Para esta nueva versión, y después de haber desestimado el estudio la opción de Craig Armstrong (colaborador habitual del director de la película, Louis Leterrier), se escogió al músico Ramin Djawadi, discípulo de Hans Zimmer y a quien poco antes el triunfo en taquilla de “Iron Man” había alzado como un nuevo talento de Hollywood. Este joven compositor echó mano del manual de procedimiento de su maestro y ejecutó una partitura ampulosa hasta lo aparatoso, perfectamente ajustada a las imágenes, pero carente de solidez propia o melodías retentivas que ayudaran al espectador a definir musicalmente a los personajes o la película (curiosamente, sin apartarse de esa hoja de ruta zimmeriana, su labor para la serie de televisión “Juego de Tronos” sí ha resultado mucho más satisfactoria).

Djawadi ha sido, junto con Louis Leterrier, uno de los caídos en el proceso de remodelación de la franquicia de cara a su segunda parte y su sustituto ha pasado a ser el compositor español Javier Navarrete, a quien el éxito de la película de Guillermo del Toro “El Laberinto del Fauno” (por la que fue nominado a los Oscars) abrió las puertas de Hollywood, donde poco a poco se ha ido labrando una prolífica carrera en la industria. Navarrete, de manera más inteligente, ha optado por ajustarse al modelo operístico postromántico empleado por Howard Shore para “El Señor de los Anillos” y ha compuesto una partitura construida sobre el predominio de los leitmotivs. Perseo, Zeus, Ares, Andrómeda, Cronos, incluso monstruos como Quimera o los Cíclopes reciben su propia etiqueta musical, amparados bajo el paraguas de un tema principal sencillo, pero impactante, que nos aporta el tono épico adecuado para la historia. Navarrete recurre a toda la orquesta sinfónica y al coro (especialmente voces masculinas) para engrandecer la música, aunque tampoco duda en introducir dentro de la orquestación algunos instrumentos étnicos que le proporcionan cierto exotismo y sensación de “antigüedad” a la partitura o utilizar elementos de electrónica que aportan una sonoridad irreal y tenebrosa a la película (aunque no es hasta los créditos finales de la película, con el tema “Kronos Megalos (remix)”, que este uso de la electrónica adquiere un papel protagonista).

El resultado es una partitura grandilocuente, poderosa en cuanto a la dimensión de la orquesta y el coro, repleta de temas identificativos y que cumple su función de hacer que el público salga de la sala tarareando el tema principal. No es un trabajo que vaya a destacar por su originalidad, pero sí es un buen ejemplo de las posibilidades y el talento que ofrece un compositor como Javier Navarrete y una excelente oportunidad para seguir escalando posiciones en Hollywood.

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