INTRODUCCIÓN
A partir de este fin de semana y hasta el próximo día 6 de noviembre tendrá lugar la quinta edición de MiradasDoc (Festival Internacional de Cine Documental de Guía de Isora), un evento que, en este lustro de existencia, se ha asentado como una cita ineludible para cinéfilos, cineastas y empresarios del medio audiovisual. Dentro de la variedad de títulos que están programados para este año (y de los que esperamos poder ir dando referencia diaria a lo largo de la próxima semana) hemos querido destacar la presencia de dos títulos en concreto, “María y yo” y “Bicicleta, Cuchara, Manzana”, debido a su reflejo del mundo de la discapacidad en un contexto cercano y real.
MIRADASDOC
El género del documental es uno de los que ha generado un mayor auge en los últimos años. Si bien aún siguen encontrándose prejuicios por parte del público general hacia esta forma de contar historias frente al monopolio (al menos en las salas de cine) de las películas de ficción, lo cierto es que cada vez se producen más, mejores y más innovadores documentales. El desarrollo de las nuevas tecnologías digitales, que abaratan el coste de una película, ha permitido también que las incipientes industrias audiovisuales de países minoritarios hayan podido desarrollar sus propias producciones, aportando una visión novedosa y fresca de la realidad internacional. Los documentales realizados por cineastas nativos permiten acceder a una mirada más cercana al conflicto, capaz de denunciar con conocimiento de causa, pero también de superar los discursos catastrofistas y aportar una visión cotidiana de la realidad, con sus momentos dramáticos, por supuesto, pero también más humanizadores y optimistas. En ellos se puede apreciar el espíritu luchador de estos pueblos y su determinación a no convertirse en un sujeto pasivo ante el paternalista intervencionismo extranjero.
En este contexto surgió MiradasDoc, un festival que busca ser, como Canarias en otros ámbitos, un punto de encuentro entre diferentes industrias (latinoamericana, africana, asiática, estadounidense y europea) y profesionales del medio. A priori, Guía de Isora puede parecer un municipio alejado y eso hace que para algunos habitantes de la isla de Tenerife el desplazamiento suponga una barrera a la hora de acudir a esta cita. Sin embargo, una vez superada esta resistencia inicial (más mental que geográfica, todo hay que decirlo), lo cierto es que descubrimos un entorno ideal para el desarrollo de un festival de estas características, especialmente por la enorme concienciación que el Ayuntamiento y los habitantes de la ciudad muestran hacia el tema de la inmigración, uno de los ejes centrales de muchas de las películas que se suelen programar en este evento.
Para esta quinta edición, el Festival ha optado por mantener el modelo de años anteriores, ampliándolo a otros campos y programando las proyecciones de manera temática, de forma que sea más sencillo para los espectadores acceder a aquellos trabajos que traten temas de su interés. Concretamente los primeros días de esta edición tendrán como nexo común el tema de la discapacidad, proyectándose trabajos recientes como las mencionadas “María y yo” y “Bicicleta, Cuchara, Manzana”, pero también organizando charlas y coloquios al respecto (concretamente una charla acerca del autismo en el aula, que tendrá lugar el sábado 30 a las 17h., y un coloquio sobre imagen y Alzheimer, el domingo 31 a la misma hora).
MARÍA Y YO (proyecciones: Sábado 30 a las 18.00h y Domingo 31 a las 21.00h)
El caso de “María y Yo” es, sin duda, peculiar y lo es en varios sentidos. En primer lugar su origen. Antes que película, “María y yo” fue un cómic, una obra introspectiva en la que un padre profundizaba en su relación con su hija autista y en las situaciones y sentimientos que esto ocasionaba a través de la narrativa secuencial de las viñetas. Esto a su vez despertó en el director Félix Fernández de Castro el interés por rodar una película que ayudara a divulgar esta enternecedora historia. Dado que el mismo cómic era autobiográfico, en ningún momento el cineasta se planteó la posibilidad de ficcionalizar el argumento, contando con actores que dieran vida a los personajes reales. Desde un principio Fernández de Castro tuvo claro que quería en pantalla al padre y a la niña, pese a las dificultades que ello pudiera acarrear.
La principal diferencia entre el cómic y la película es la incorporación de otras voces en la trama. En la obra cinematográfica el principal centro de atención sigue siendo el día a día de los protagonistas, con sus pequeñas alegrías y sus problemas de convivencia, pero además podemos acercarnos a la perspectiva externa de la madre y la gente que rodea a María. Otro aspecto importante es la localización, ya que parte de la película ha sido rodada en el entorno bucólico de Gran Canaria. Allí, padre e hija pudieron disfrutar de tiempo de relax en la piscina del hotel y la playa, reflejando también las vivencias de ambos en un entorno menos cotidiano. Todo esto enfocado de manera cercana, tierna y con un sentido del humor que supera cualquier obstáculo.
BICICLETA, CUCHARA, MANZANA (proyección: Domingo 31 a las 18.00h)
También intimista y emocional es “Bicicleta, Cuchara, Manzana”, un sincero documental dirigido por Carles Bosch (candidato en 2004 al Oscar con el documental “Balseros”) acerca del mundo del Alzheimer, tomando como punto de partida la lucha contra la enfermedad del ex presidente de la Generalitat de Cataluña y ex alcalde de Barcelona Pasqual Maragall. No se trata de un documental político, sino una historia cotidiana que tiene como protagonista a una figura pública con el fin de poder, de esta manera, llamar la atención de un mayor grupo de espectadores. El objetivo de Bosch fue hacer un seguimiento de la vida de Maragall durante dos años desde el momento en que se le acababa de diagnosticar la enfermedad en una fase muy inicial. Hecha con inteligencia y ternura, la película ofrece una lucha insalvable por el mantenimiento de la memoria y la identidad, acompañada por declaraciones de familiares y personas cercanas al protagonista.
La importancia de la rutina y del ejercicio del intelecto como armas para luchar contra el proceso degenerativo de la enfermedad es lo que da título a la cinta con ese críptico “Bicicleta, Cuchara, Manzana”, tres palabras que el médico le pide memorizar y repetir a Maragall con el fin de detectar si sufría Alzheimer. Lejos de dejarse llevar por la tragedia, la película aboga por ser un canto a la vida, no sólo a través del humor con el que el protagonista se enfrenta a su enfermedad, sino también reflejando el relevo generacional y vital que se produce entre Maragall y su nieta recién nacida. Todo ello explicado de manera didáctica, emotiva y sencilla para que cualquier tipo de espectador pueda comprender la evolución de la enfermedad y el alcance humano de la historia.
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