Neozelandés de nacimiento y criado en Australia, Russell Crowe es uno de esos actores procedentes de las antípodas que han logrado el éxito en Hollywood, como Mel Gibson antes que él, o posteriormente Heath Ledger. Nacido el 7 de abril de 1964, Crowe se crió en una familia humilde, hasta el punto de que a los 14 años tuvo que abandonar los estudios para poder ayudar económicamente a sus padres. Su interés por la interpretación le llevó a iniciar su carrera con trabajos aislados en clubs, participando además en diferentes musicales, como “Rocky Horror Picture Show” o “Grease”.
Su carrera empezó a asentarse cuando participó a principios de los 90 en la serie de televisión de éxito en Australia, “Vecinos”. Este trabajo le permitió dar el salto al cine, gracias a la película “Juramento de Sangre”. A los largo de la primera mitad de los 90 participó en varias producciones locales, que poco a poco le permitieron darse a conocer en el extranjero. Fueron concretamente las películas “Romper Stromper” de 1992, donde interpretaba al líder de un grupo de Skin Heads, y “Nosotros Dos” de 1994, un drama donde daba vida a un homosexual, las que consiguieron que su rostro empezara a ser conocido en Hollywood.
La entrada en Hollywood la dio el actor gracias al apoyo de Sharon Stone, quien tras verle en “Romper Stomper”, insistió en contratarle para que protagonizara junto a ella la cinta “Rápida y Mortal”. En un primer momento la agenda de Crowe estaba comprometida y no le era posible unirse a esta producción, sin embargo la actriz se las apañó para retrasar el esquema de rodaje con el fin de que se amoldara a los compromisos previos del actor. En “Rápida y Mortal”, Crowe interpretaba a un ex pistolero, reconvertido en predicador que busca redimirse de los pecados cometidos, permitiéndose una secuencia de regocijo sexual con la que por aquel entonces era una de las principales sex symbols de Hollywood.
A continuación Crowe pasó a enfrentarse en la pantalla a Denzel Washington en el thriller futurista “Virtuosity”. Aquí interpretaba a una fría inteligencia artificial que reúne las mentes de los peores asesinos de la historia y que consigue la forma de romper las barreras del ciberespacio para reencarnarse en el mundo real. Pese a contar con una pareja protagonista de gran calibre, la cinta fue un fracaso, resultando un duro traspiés en la, hasta ese momento, ascendente carrera del actor. A continuación Russell Crowe participó en dos títulos independientes, la extravagante “Hechizo en la Ruta Maya”, junto a Bridget Fonda, y la convencional “Huida Desesperada”, sin que ninguna de las dos tuviera demasiado éxito.
Crowe tuvo una nueva oportunidad cuando el director Curtis Hanson le ofreció el papel de Bud White en el thriller “L.A. Confidential”. Su papel de agente de policía matón, pero honorable y de buen corazón se ganó el aplauso del público, aunque por alguna razón ese año la Academia de Hollywood optó por ni siquiera nominar a ninguno de los excelentes componentes del reparto masculino de la cinta. En cualquier caso, su trabajo se convirtió en una excelente carta de presentación para el actor.
Ese mismo año, Crowe estrenó otra cinta de éxito más discreto, “Breaking Up”, una comedia agridulce donde se emparejaba con la actriz Salma Hayek, interpretando ambos a una pareja que, tras dos años de relación, deben enfrentarse a los roces y diferencias que hay entre ellos. La carrera de Crowe continuó con “Mystery, Alaska”, una comedia ambientada en un pequeño pueblo y con el tema del hockey sobre hielo como telón de fondo. Una vez más la elección de Crowe a la hora de buscar papeles comerciales no fue muy afortunada y la película pasó sin pena ni gloria, aunque ha ido ganando adeptos con el paso del tiempo.
En 1999 el actor protagonizó junto a Al Pacino la cinta de Michael Mann “El Dilema”. Basada en una historia real, la cinta presentaba el complot de las grandes tabacaleras para ocultar los verdaderos efectos de sus productos en los consumidores. Crowe interpretaba a un científico despedido de una de estas empresas, que pese a las amenazas decide desvelar la verdad. Para ello, Crowe tuvo que subir de peso y ofrecer una imagen avejentada, logrando nuevamente una magnífica interpretación. En esta ocasión la Academia de Hollywood si le nominó como actor secundario, aunque el premio fue a parar a manos de Michael Caine por “Las Normas de la Casa de la Sidra”.
Pese a no haber ganado, la carrera de Russell Crowe ya estaba lanzada. Un año más tarde el actor pasó a protagonizar la cinta que terminó de encumbrarle, “Gladiator”, a las órdenes de Ridley Scott. En esta recuperación del péplum hollywoddiense, el actor interpretaba a Máximo Décimo Meridio, general de los ejércitos de Roma que es traicionado por el Emperador Cómodo y convertido en gladiador. Crowe aportó a su personaje la fuerza y el liderazgo, pero también su lado más emocional en referencia a su relación con su mujer y su hijo asesinados. Con este papel la Academia no quiso repetir errores anteriores y alzó al actor como el mejor intérprete del año.
Tras “Gladiator”, el actor protagonizó “Prueba de Vida” junto a la actriz Meg Ryan. La película, que tocaba el tema de los secuestro de empresarios extranjeros en tierras sudamericanas por parte de guerrillas, no tuvo demasiado éxito, siendo más comentada por la relación que mantuvieron durante su rodaje los dos protagonistas (y que fue el detonante de la separación de Ryan de su marido, Dennis Quaid) que por la propia película en sí.
2001 fue de nuevo un año importante en la carrera del actor. Su interpretación del matemático aquejado de esquizofrenia John Nash en “Una Mente Maravillosa” le supuso otra nominación a los Oscars como actor protagonista. Con su trabajo Crowe realmente mantenía el peso de toda la cinta. A través de los torpes movimientos de su cuerpo, de su mirada perdida y de su ceño fruncido nos muestra todo el mundo interior del personaje, sus dramas y pesadillas.
En 2003 pasó a protagonizar otro ambicioso proyecto, “Master and Commander: Al Otro Lado del Mundo”, la adaptación de las aventuras del capitán Jack Aubrey y el doctor Stephen Maturin, creadas por el escritor Patrick O’Brien a lo largo de veinte novelas. Tomando elementos de varios de los libros de la serie, el director Peter Weir buscó ante todo respetar el tremendo realismo y documentación de la obra de O’Brien, algo a lo que se apuntó también Russell Crowe, quien se preparó para representar de la manera más fidedigna a su personaje, incluyendo la afición al violín de éste. El resultado fue de nuevo una excelente composición por parte del actor.
A continuación Crowe volvió a reunirse con su director de “Una Mente Maravillosa”, Ron Howard, para otro biopic, “Cinderella Man”, esta vez basado en la vida del boxeador Jim Braddock, un nuevo ejemplo de superación personal ambientada en la época de la Depresión en Estados Unidos. Este papel fue una vez más un ejemplo de la implicación de Crowe, hasta el punto que el actor se dislocó el hombro durante un entrenamiento de boxeo, algo que, por otro lado, utilizó para llegar a conocer mejor a su personaje, cuya debacle personal se había iniciado tras una lesión. La película buscó repetir el éxito en los Oscars de “Una Mente Maravillosa”, pero su mala recepción en taquilla acortó de manera drástica sus posibilidades de cara a la Academia.
Fue en este momento, seis años después de “Gladiator”, que volvió a reunirse con Ridley Scott para rodar la comedia “Un Buen Año”. Sin duda, éste era un reencuentro muy esperado, y lamentablemente no cumplió las expectativas. Pese a la capacidad visual de Scott y los esfuerzos de Crowe por dar a su odioso personaje una dimensión humana, la cinta resultó ser un producto aburrido y carente de interés.
Inmediatamente después, Scott y Crowe volvieron a trabajar juntos en “American Gangster”, que además supuso el reencuentro del actor con Denzel Washington 12 años después de “Virtuosity”. Aunque muy superior a “Un Buen Año” la película obtuvo también una recepción un tanto irregular, siendo, sin duda, el duelo interpretativo de los dos protagonistas uno de los puntos fuertes de la cinta.
Ese mismo año, Crowe rodó junto a Christian Bale el remake del western “El Tren de las 3:10”. Aquí de nuevo nos encontramos con un enfrentamiento actoral entre dos intérpretes de alto calibre que aportan a la cinta una gran fuerza. Sin embargo, pese a sus excelencias, la suerte tampoco acompañó en esta ocasión a Crowe y a la película, pasando desapercibida por parte del público y estrenándose en nuestro país con un año de retraso.
En 2007 Crowe recibió también la oferta de protagonizar junto a su compatriota Nicole Kidman y a las órdenes del también australiano Buzz Luhrmann, una cinta épica y romántica, “Australia”. En principio este proyecto estaba llamado a ser la gran producción cinematográfica de las antípodas, a cargo de sus mayores estrellas internacionales. Sin embargo, Crowe acabó abandonando la película al no llegarse a un acuerdo económico con la productora. Su sustituto fue Hugh Jackman, sin embargo el resultado final de la película quedó muy lejos de lo prometido, tanto en lo artístico, como en lo económico.
Crowe volvió a juntarse con Ridley Scott, y otro antiguo compañero de reparto, Leonardo DiCaprio (con quien ya había coincidido en “Rápida y Mortal”) en “Red de Mentiras”, un thriller tecnológico, con el tema del terrorismo como telón de fondo. Sin duda, se trataba de un proyecto perfecto para el virtuosismo visual de Scott y para que ambos actores se lucieran con sus interpretaciones, aunque, al final, se echaba en falta por parte del director una mayor profundización en los temas que apunta la película.
Para esta película Crowe tuvo que subir bastante de peso, algo que también quedó patente en su siguiente papel, “La Sombra del Poder”, una película dirigida por Kevin MacDonald (autor de “El Ultimo Rey De Escocia”), basada en una serie de televisión de la BBC. Inicialmente, esta cinta iba a estar protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton (repitiendo ambos cabeza de cartel tras “El Club de la Lucha”), sin embargo a pocas semanas del inicio del rodaje Pitt abandonó la producción por diferencias creativas, lo que produjo un retraso que, a su vez, implicó también el abandono de Norton por problemas de agenda. Afortunadamente los productores consiguieron convencer rápidamente tanto a Crowe como a Ben Affleck para que recogieran el testigo, y la película no sufrió demasiado el cambio de reparto.
Durante el rodaje de “La Sombra del Poder”, Russell Crowe se encontraba ya preparando su quinta colaboración con Ridley Scott, “Nottingham”, revisión del mito de Robin Hood desde la perspectiva del Sheriff de Nottigham. Los retrasos en este proyecto permitieron al actor encadenar la cinta de Kevin MacDonald con “Tenderness”, cinta de suspense dirigida por John Polson, antiguo amigo de Crowe desde sus inicios en el cine Australiano. Más un favor a un amigo que un proyecto con verdadera proyección comercial, la cinta pasó bastante desapercibida.
Tras varios títulos que no terminaban de funcionar en taquilla, y con el público dándole la espalda, Russell Crowe necesitaba un proyecto que le permitiera recuperar puestos en la industria del cine. Ese proyecto iba a ser aquel “Nottingham”, ahora reconvertido en “Robin Hood”. El actor se esforzó en volver a ponerse en forma, con la esperanza de que los ecos de “Gladiator” sirvieran para atraer al público a las sala de cine. Lo cierto es que, sin entrar a analizar de manera crítica la película, esta nueva versión de la leyenda se ha convertido en el estreno más taquillero de toda la carrera de Russell Crowe, y la cinta ha sabido mantener una carrera comercial bastante loable, pese a compartir cartel con otros títulos de gran atractivo para el público general previos (como “Alicia en el País de las Maravillas”, “Iron Man 2”) o inmediatamente posteriores (“Príncipe de Persia”).
Tras “Robin Hood”, hay dos títulos que marcan el futuro de la agenda del actor. En primer lugar “The Next Three Days”, remake de la cinta francesa “Pour Elle” a cargo del prestigioso guionista y realizador Paul Haggis (“Crash”) que se encuentra ya en post producción, y una rumoreada nueva adaptación de “Westworld”, novela de ciencia ficción de Michael Crichton que el propio escritor llevó a la gran pantalla en 1973. Con estos últimos proyectos, Crowe sigue marcando aquellos elementos que han caracterizado su carrera hasta ahora. Pese a que ocasiones para en convertirse en una gran estrella de Hollywood no le han faltado (y que en ocasiones, como con “Robin Hood”, se deba a algún proyecto comercial para mantener su vigencia dentro de la industria), el actor prefiere mantenerse vinculado a proyectos y personajes que le supongan un reto personal y un crecimiento como intérprete, escogiendo con cuidado los papeles que acepta e intentando pasar el menor tiempo posible alejado de su mujer y sus hijos.
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