La Cenicienta de Hollywood cumple 30 años. El 23 de marzo de 1990 se estrenaba en Estados Unidos “Pretty Woman”, una comedia romántica protagonizada por Richard Gere y Julia Roberts (como si no lo supieran ya) y dirigida por Garry Marshall. A España tardó meses en llegar, el 10 de octubre, y lo hizo ya con una estela de gran éxito de taquilla. Con un presupuesto de 14 millones de dólares, logró una recaudación mundial de más de 463 millones, sin contar con lo recaudado con las ediciones domésticas o sus múltiples pases en televisión (por poner un ejemplo, la comedia de moda un año antes fue “Cuando Harry Encontró a Sally”, que costó 16 millones y recaudó 93 millones). A día de hoy sigue siendo una película tremendamente popular y un éxito de audiencia cada vez que se programa en un canal de televisión. Richard Gere y Julia Roberts sólo han rodado hasta la fecha dos películas juntos y la segunda fue un desastre. A pesar de esto, su química en “Pretty Woman” les ha colocado dentro del catálogo más exquisito de grandes parejas cinematográficas.
La comparativa con “Cuando Harry Encontró a Sally” no es gratuita. Ambas películas fueron las responsables de la moda de la comedia romántica de la década de los 90, y sus protagonistas femeninas se convirtieron en las actrices mejores pagadas de Hollywood gracias a estos papeles, uniéndoseles más tarde otros rostros a la saga como Sandra Bullock (quien, curiosidades de la vida, fue uno de los nombres barajados para interpretar a Vivian Ward). Julia Roberts llegó a la película siendo casi una desconocida, a pesar de contar ya con una candidatura a los Oscars por “Magnolias de Acero” (la única conseguida por una película que contaba con actrices de renombre, oscarizadas y oscarizables, como Sally Field, Shirley MacLaine u Olympia Dukakis). Roberts no se llevó el Oscar en la ceremonia que se celebró el 26 de marzo de 1990 (ganó Brenda Fricker por “Mi Pie Izquierdo”), pero en aquel momento los primeros datos de recaudación de “Pretty Woman” compensaban de sobra la desilusión.
Richard Gere, por otro lado, era el rostro conocido de la película. Galán en su juventud gracias a papeles como “Oficial y Caballero” y con predilección por los roles provocadores como “American Gigolo” o “Sin Aliento”, su carrera había perdido fuelle tras apostar por trabajos, como “Días de Cielo” y “Cotton Club”, con los que pretendía liberarse de su imagen de sex symbol y demostrar que era un actor con diferentes registros. Cuando le ofrecieron “Pretty Woman” llevaba dos años sin rodar una película y si bien la anterior, “Asuntos Sucios”, había funcionado bien y había reactivado su imagen de galán con un lado turbio, lo cierto es que seguía necesitando un gran taquillazo que lanzara de nuevo su posición en Hollywood. Aún así, estuvo a punto de rechazar el papel, pese a que desde su primera prueba juntos, él y Julia Roberts irradiaban esa química que toda gran película romántica necesita. Fue una nota de la actriz rogándole que aceptara el papel lo que le hizo decidirse.
El guion venía firmado por J.F. Lawton, cuyo único libreto anterior había dirigido él mismo y tenía el título de “Las Mujeres Caníbales de la Selva del Aguacate” (sic). Posteriormente sería el autor de los guiones de “Alerta Máxima”, “Reacción en Cadena” o la adaptación del videojuego “DOA: Dead or Alive”, tres productos muy alejados de la película que le situó en el mapa de Hollywood y que, a buen seguro, a día de hoy le sigue dando buenos dividendos. La primera versión de “Pretty Woman” (en aquel momento titulada “3.000”) era un tanto distinta de la que vimos en la pantalla. La situación de los personajes era más cruda y la crítica a la sociedad neoliberal estadounidense más feroz. En ella, por ejemplo, Vivian, además de prostituta, era cocainómana, al igual que su amiga Kit, quien fallecía víctima de las drogas al final de la película.
Esto cambió al caer el guion en manos de Garry Marshal, un veterano del cine y la televisión, experimentado en la comedia y que, pese a que el punto de partida de la película podía parecer un tanto sórdido (la relación entre una prostituta y un multimillonario que la contrata para pasar unos días con él), el cineasta era consciente de que, para que la película fuera un éxito, debía optar por una vía más blanca e inocente, a modo de cuento de hadas moderno. Se mantuvo el mensaje crítico con el capitalismo feroz que representan Edward Lewis y Philip Stuckey (Jason Alexander), pero se potenció la historia de amor y lujo y la amable redención de ambos personajes (ella reconvertida, a modo de “Pigmalión” en una mujer culta y sofisticada, y él en un empresario que era capaz de aportar algo a la sociedad en lugar de destruir y devorar como un animal carroñero).
Para que el cuento funcione, Marshal sabía que debía decorar la historia con grandes personajes secundarios, interpretados por actores de carisma, de ahí la presencia de veteranos como Ralph Bellamy como el empresario James Morse (en la que sería su última película antes de fallecer el 22 de noviembre de 1991) o Hector Elizondo como el director del hotel (actor fetiche de Marshall, han trabajado juntos hasta la fecha en 19 películas, además de episodios de series de tv como “Murphy Brown”). Marshall consiguió aquí su más afinado sentido del gag, consiguiendo que varias secuencias de la película se hayan convertido en antológicas, en especial, el momento de Edward y Vivian en la tienda de ropa.
Otro ingrediente irresistible de la película es su banda sonora. Si bien la partitura original de James Newton Howard (sencilla, elegante y amable) pasa bastante desapercibida, la selección de canciones funciona de maravilla con las imágenes, además de haber convertido al álbum en uno de los grandes éxitos de ventas en las tiendas de discos. Temas como “Fame 90” de David Bowie, “Real Wild Child (Wild One)” de Christopher Otcasek, “Will Woman Do” de Natalie Cole, “It Must Have Been Love” de Roxette son indisolubles de las imágenes. A esto hay que añadir las referencias clásicas. No es casual que los protagonistas vayan a la ópera a ver “La Traviata” (que cuenta la historia de amor entre una cortesana y un hombre adinerado). Por otro lado, “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi están también muy presentes en la película. Sin embargo, como es lógico, si hay una canción que resalta por encima de todas las demás es “Pretty Woman” de Roy Orbison. La selección de esta canción motivó el (afortunado) cambio de título y tiene un momento de lucimiento especial cuando, después de haber culminado con éxito su paseo por las tiendas de Rodeo Drive, vemos a la protagonista ya por fin convertida en ese personaje sofisticado que estaba llamada a ser.
“Pretty Woman” no pretendía ser una historia verosímil o realista. Si en algún momento lo fue, correspondía a la idea inicial de J.F. Lawton. La intención en todo momento fue crear una historia amable, divertida, elegante y que emocionara al espectador. Conseguir que el público se enamorara de unos personajes como Vivian y Edward no era sencillo, pero lo consiguieron. 30 años después, la película sigue manteniendo su encanto, su ingenio y su magia.
la verdad que lo único que me gusta como fan de Prince es que ella cantara en la bañera "Kiss"... saludos
ResponderEliminarComo diría el personaje de David en "Jóvenes Ocultos", "¿Cómo pueden equivocarse millones de chinos?". :D
Eliminar"Pretty Woman" es una película que caló en un público mayoritario. Obviamente, nunca se consigue gustar a todo el mundo, pero hay que reconocerle el mérito. ;)
Un saludo y gracias por el comentario, JLO.