viernes, 26 de febrero de 2016

ESTRENOS DEL 26 DE FEBRERO

La llegada de “Deadpool” a las pantallas españolas no ha sido tan apoteósica como su estreno estadounidense, pero tampoco se ha quedado corta. 3.514.862 € es lo que ha recaudado la cinta protagonizada por Ryan Reynolds, lo que no sólo la ha situado al frente del ranking de taquilla, sino que ha demostrado que, pese a su calificación no recomendada para menores de 18 años, el cine de superhéroes tiene también su audiencia entre el público adulto. Y mientras los mayores disfrutaban de un superhéroe diferente, los pequeños seguían apostando por “Zootrópolis”, que en su segundo fin de semana recauda 1.948.114 €. Por su parte, Leonardo DiCaprio, a la espera de ver si gana por fin el Oscar este fin de semana, sigue atrayendo a público con “El Renacido”, que, pese a la competencia y las tres semanas en cartel, se mantiene con 1.308.649 €. Tenemos que descender hasta cuarta posición para encontrar otro de los estrenos del pasado fin de semana. Los hermanos Coen suman 765.819 € con “Ave, César”, una cifra un tanto discreta para contar con el reparto de actores que les avalaba, si bien, estos cineastas siempre han sido más de público minoritario. Sin despuntar, pero manteniéndose, Will Smith cierra el ranking con “La Verdad Duele”, que añade a su recaudación de la semana pasada unos nuevos 313.583 €. Este fin de semana de Oscars nos llegan dos títulos con los que cerrar, al menos, las candidatas a mejor película, “La Habitación” y “Brooklyn”. Les acompañan el nuevo trabajo del director español David Serrano (“Tenemos que Hablar”), un título de terror de influencia japonesa (“El Bosque de los Suicidios”) y un Michael Bay más de autor (“13 Horas. Los Soldados Secretos de Bengasi”). (Datos Taquilla: Rentrak)
El director y guionista David Serrano regresa al terreno de la comedia tras trabajos como “El Otro Lado de la Cama”, “Los Dos Lados de la Cama” (en ambas sólo como guionista), “Dias de Fútbol”, “Días de Cine” o “Una Hora Menos en Canarias”. En esta ocasión, pone en su punto de mira algunos de los escándalos económicos que han sacudido la sociedad española en estos años de crisis, y para ello ha contado con un reparto encabezado por Hugo Silva, Michelle Jenner, Verónica Forqué, Óscar Ladoire, Ernesto Sevilla y Belén Cuesta.
Nuria lo tiene todo para ser feliz: un buen trabajo, una casa maravillosa y un novio aún más bueno y aún más maravilloso que le acaba de pedir matrimonio. Lo tiene todo, excepto un pequeño detalle: los papeles del divorcio de su anterior pareja, Jorge. Jorge, en cambio, no tiene nada para ser feliz: está en paro, su casa se cae a pedazos y no tiene novia. Nuria ha conseguido pasar página, pero Jorge sigue traumatizado porque en los años más duros de la crisis, consiguió que los padres de Nuria se arruinaran al convencerles, por este orden, de que compraran un piso en Seseña, invirtieran en sellos de Forum Filatélico, adquirieran un local en el futuro aeropuerto de Castellón y, finalmente, se gastaran lo poco que les quedaba en acciones preferentes del banco en el que trabajaba. Como no quiere terminar de hundir a Jorge, Nuria elabora un plan un poco peculiar: en los próximos días va a animarle todo lo que pueda haciéndole creer que ella tampoco ha pasado página y que sus padres están mejor que nunca para que, en cuanto le vea más fuerte, pedirle el divorcio.
 
El guionista David S. Goyer (“Blade”, “Batman Begins”, “El Hombre de Acero”) pone la inspiración original del thriller sobrenatural “El Bosque de los Suicidios”, aunque el guion ha sido elaborado por Nick Antosca, Ben Ketai y Sarah Cornwell y la dirección ha recaído sobre el debutante Jason Zada. Basada en la vieja leyenda del bosque de Aokigahara a los pies del Monte Fuji en Japón, la película cuenta con la actriz Natalie Dormer (“Los Tudor”, “Juego de Tronos”, “Los Juegos del Hambre. Sinsajo parte I y II”) como actriz protagonista.
Una joven americana, Sara, acude en busca de su hermana gemela, desparecida misteriosamente. A pesar de todas las advertencias de “mantenerse en el sendero”, Sara se interna en el bosque decidida a descubrir la verdad sobre el destino que ha corrido su hermana, pero al hacerlo se enfrentará a las almas atormentadas de aquellos que han muerto en este lugar y que asedian a todo aquel que deambule en el bosque.
 
Habituado a explosivas superproducciones de acción y abonado desde hace varios años a la franquicia de “Transformers”, el director Michael Bay parece haber encontrado la fórmula para sacar adelante producciones más personales. Si el precio que le puso al estudio para dirigir “Transformers. La Era de la Extinción” fue que le produjeran “Dolor y Dinero”, su regreso al mundo de los Autobots (aún en preproducción) ha costeado la producción de “13 Horas. Los Soldados Secretos de Bengasi”, cinta basada en la novela de Mitchell Zuckoff, que a su vez se inspiraba en un hecho real. Protagonizan la película John Krasinski, Max Martini, David Denman, Pablo Schereiber y James Badge Dale.
En la noche del 11 de septiembre de 2012, en el aniversario de los ataques terroristas a las Torres Gemelas y al Pentágono, un grupo de militantes islamistas atacaron un complejo diplomático estadounidense y un anexo cercano de la CIA en Bengasi, Libia. Mataron a cuatro estadounidenses, incluido al embajador de Estados Unidos, John Christopher Stevens, así como al especialista en tecnología Sean Smith y a los SEAL Glen Doherty y Tyrone Woods. Un equipo de seis hombres de Operaciones Especiales de Estados Unidos, formado por ex Navy SEALs y operarios de la CIA, fueron enviados en defensa de los estadounidenses restantes que todavía quedaban con vida. Estos seis hombres, entrenados con profesionalismo para responder a un peligro repentino, unirán todos sus esfuerzos para defender a los ciudadanos norteamericanos allí presentes y dar sentido al caos ocasionado tras los ataques. Y es que, por mucho que anhelan regresar a casa con sus esposas e hijos, estos soldados demostrarán que poseen un coraje inquebrantable.
 
Con tres candidaturas a los Oscars (mejor película, mejor actriz principal y mejor guion adaptado), “Brooklyn” es una película de época, ambientada en el Nueva York de los años 50, que habla de la inmigración a Estados Unidos como esperanza de una vida mejor. Basada en la novela de Colm Toibin y adaptada por el también escritor Nick Hornby (“Un Niño Grande”, “Alta Fidelidad”), la película está dirigida por John Crowley, cineasta de corte independiente, del que previamente en España hemos podido ver películas como “InterMission”, “¿Hay Alguien Ahí?” o “Circuito Cerrado”. Protagoniza la cinta Saoirse Ronan (“Expiación. Más Allá de la Pasión”, “Byzantium”) y Domhnall Gleeson (“Una Cuestión de Tiempo”, “Star Wars. El Despertar de la Fuerza”), con la participación de veteranos actores británicos como Jim Broadbent o Julie Walters.
Eilis Lacey es una joven inmigrante irlandesa que se va abriendo camino en el Brooklyn de los años cincuenta. Atraída por lo que América promete, Eilis se va de Irlanda, abandonando la comodidad del hogar materno y cambiándolo por las costas de Nueva York. Las iniciales ataduras de la añoranza se aflojan rápidamente cuando un nuevo idilio arrastra a Eilis al embriagador encanto del amor. Pero su nueva vivacidad no tarda en quedar desbaratada por su pasado, y Eilis debe elegir entre dos países y la vida que hay en cada uno de ellos.
 
“La Habitación” ha sido uno de los títulos sorpresa de la pasada temporada del cine independiente en Estados Unidos. Basada en la novela de Emma Donoghue, quien se ha encargado también de la adaptación, la cinta está dirigida por Lenny Abrahamson (“Frank”) y cuenta en los roles principales con el joven actor Jacob Tremblay y la actriz en alza Brie Larson, quien, gracias a esta película, ha conseguido, entre otros premios, el BAFTA y el Globo de Oro a mejor actriz principal en la categoría de drama, además de una candidatura a los Oscars que la coloca entre las favoritas para este fin de semana. La cinta compite también en los apartados de mejor película, mejor director y mejor guion adaptado.  
Cuando Jack, de cinco años, y su madre escapan del único espacio que el niño conoce desde su nacimiento, este descubre el mundo exterior. Invadido por la alegría y el entusiasmo, se agarra con más fuerza que nunca a lo único que realmente le importa, el potente vínculo que le une a su cariñosa y entregada Mamá.

lunes, 22 de febrero de 2016

“ZOOTROPOLIS”. DELITOS Y PREJUICIOS

Uno de los secretos del éxito y la longevidad de los Estudios Disney es su capacidad para reinventarse cada cierto tiempo, sin perder los conceptos básicos de su identidad cinematográfica. En ocasiones, estos cambios tardan en llegar o pasan por un periodo de indecisión, pero finalmente, acaban encontrando el camino para mantenerse como el principal referente dentro del mundo de la animación. La pasada década, la explosión de las producciones de Pixar, junto con la competencia brutal de Dreamworks Animation o, en menor medida, Blu Sky, cogió con la guardia baja a la factoría del Tío Walt. En 2004, “Zafarrancho en el Rancho” finiquitó aquella época dorada que nació con “La Sirenita” en 1989 (y que venía renqueando desde el 2000 con “Dinosaurios”), llevándose consigo el último estudio de animación tradicional de la empresa. A partir de ahí, títulos como “Chicken Little”, “Salvaje”, “Descubriendo a los Robinsons”, “Bolt” o “Tiana y el Sapo” definieron una fase en la que la Disney no sabía si plegarse al modelo de su principal competidora o seguir apostando por el clasicismo de las dos décadas anteriores. La solución a este conflicto de identidad llegó en 2010 con “Enredados”, cinta que estableció el tono y la estética de la última andadura del estudio. La mezcla de aventuras, comedia, un tono menos trascendente en sus historias y un estilo visual fresco y colorido abrió las puertas a otros éxitos como “Rompe Ralph”, “Frozen” o “Big Hero 6”, donde la influencia de los videojuegos o el mundo del cómic les reconcilió con las nuevas generaciones de espectadores.
El último título en sumarse a esta corriente ha sido “Zootrópolis”, película en la que el estudio fusiona dos conceptos diferentes. En primer lugar, la película bebe de las películas de colegas de los años 80 y 90, aquellas que nacieron con títulos como “48 horas” o “Arma Letal” y que tan prolíficas fueron a finales del siglo XX. Fiel a esa combinación de contrarios que define este subgénero, aquí no sólo encontramos dos protagonistas de personalidad diferente, sino que se juega con las características de dos enemigos universales del reino animal, el zorro y el conejo. La protagonista es Judy Hopps, la primera conejita policía, entusiasta y emprendedora, aunque naíf e inexperta. A su lado tenemos a Nick Wilde, un zorro pícaro, acostumbrado a sobrevivir a base de astucia y chanchullos, moralmente displicente, pero dispuesto a entrar por el buen camino si eso le beneficia. A partir de ahí los directores y los guionistas desarrollan un juego del gato y el ratón, según el cual, cuanto más contraste encontramos entre los dos héroes, más cercanos nos parecen y mejor van limando asperezas y complementándose. El humor juega una baza muy importante en este proceso, sacando partido a los lugares comunes para generar complicidad con el espectador. Curiosamente, junto con el guiño cinéfilo, el segundo concepto que rige toda la película es precisamente la necesidad de romper con esos clichés y prejuicios. Si bien a priori la definición de personajes y el concepto general de esa zootrópolis se construye sobre las características estereotipadas que definen a cada raza animal (salvo los dos protagonistas, el resto de los personajes cuentan con poco tiempo para darse a conocer al espectador), el desarrollo argumental se dedica a dinamitar estos conceptos, apoyándose en el más cinematográfico “nada es lo que parece”. Si décadas atrás Disney nos convenció de que la belleza está en el interior, ahora (como ya sucediera con “Rompe Ralph”) busca recordarnos que, con esfuerzo y tesón, podemos superar los condicionamientos que nos ha puesto la naturaleza para hacer de nuestra vida lo que queramos que sea, de la misma manera que para construir una sociedad mejor es necesario superar esos prejuicios y recelos hacia los demás.
Para llevar a cabo esta historia, el estudio ha confiado en un conjunto de artistas que en los últimos años se ha granjeado su confianza. El guion ha sido confeccionado por Jared Bush y Phil Johnston (ambos vinculados a diferentes etapas creativas de “Rompe Ralph”), mientras que la dirección corre a cargo de Byron Howard (“Bolt”, “Enredados”) y Rich Moore (“Rompe Ralph”). Estos confeccionan una narrativa dinámica, colorista, llena de humor y suspense. Si bien el argumento se basa en parodiar los esquemas de las películas policíacas y de colegas, eso no quita para que la trama esté bien armada y se sostenga sobre sí misma, con un flujo constante entre elementos de comedia, tensión, suspense y emoción que enganchan al espectador desde un principio y lo mantienen cautivo hasta el final.  A nivel técnico, la cinta refleja el siempre superior dominio técnico de los estudios Disney. En este sentido se trata de una película extremadamente compleja, que aglutina muchos retos para el equipo de animadores, como el trabajo con el pelo de los personajes (a destacar la esponjosidad del pelaje de la protagonista), el contraste de texturas, el juego con las diferentes escalas dependiendo del tamaño de cada especie animal, los diferentes modos de andar y moverse de cada uno, complejos planos generales con multiplicidad de elementos en pantalla, diversidad de localizaciones, cada una con sus propias características (ambientes urbanos, rurales, helados). Todo desarrollado con un minucioso afán de detalle que convierten a la película en un prodigio técnico. En lo que se refiere a la partitura musical, Disney ha vuelto a confiar en Michael Giacchino, quien el año pasado ofreciera al estudio, a través de la división de Pixar, una de las mejores partituras del año con “Del Revés”. En este caso, el compositor no ha alcanzado las cotas de virtuosismo de la anterior, pero sí ofrece una partitura dinámica, variada y divertida, con referencias a la samba o al jazz que reflejan esa mezclas de especies y culturas dentro de la sociedad de Zootrópolis, así como manejando perfectamente las referencias al género policíaco y otros guiños cinéfilos (como cierto homenaje a la música italiana y a Nino Rota). Menos afortunada nos pareció la incorporación de Shakira, si bien entendemos la introducción de la canción “Try Everything” como práctica comercial dentro del apartado musical de la película, los momentos que la cantante da voz al personaje de Gazzelle más allá de sus secuencias musicales nos parece el punto flaco de una cinta por otro lado sobresaliente.
En una época en la que el público familiar parece cada vez menos interesado en las historias de princesas encantadas y príncipes azules, los estudios Disney vuelven a apostar por otro formato fresco y diferente, plenamente disfrutable por espectadores de todas las edades.

miércoles, 17 de febrero de 2016

“PESADILLAS”. FANTASÍA PUBESCENTE

El género fantástico se nutre de la realidad. Al fin y al cabo nuestras pesadillas no son otra cosa que una versión distorsionada y monstruosa de lo que nos atemoriza en la vida real. Y no hay periodo de nuestras vidas más inestable y existencialista que la adolescencia, cuando empezamos a cuestionar todo aquello en lo que nos enseñaron a creer de pequeños. R.L. Stine supo sacar partido de todo ello y, apropiándose de los patrones clásicos del género de terror, generó todo un conjunto de historias de fantasía y terror dirigidas al público juvenil, adornando esas claves con un envoltorio que resultara cercano y conocido para sus lectores. No fue el primero en hacerlo, y no ha sido el último, pero sí lo llevó a cabo con éxito y atrayendo a un gran número de seguidores hacia sus historias, jóvenes que encontraron entrelíneas una lectura con la que se podían identificar y que además de monstruos del más allá, también indagaba en los temores más cercanos. En el cine, también podemos encontrar muchas películas ideadas para un público juvenil, donde aquellos que se sienten rechazados o discriminados acaban transformándose en los únicos héroes capaces de salvar al mundo, por encima de cualquier adulto o de los más populares del instituto, aunque para ello primero deban enfrentarse a sus miedos e inseguridades internas.
La versión cinematográfica de “Pesadillas”, al igual que las historias de RL Stine, sólo pretende ser un entretenimiento ligero, capaz de jugar con los lugares comunes del cine de fantasía y ligarlos con ese naíf existencialismo adolescente, construyendo una trama episódica que alcanza la cúspide con un totum revolotum a modo de grand finale. En medio, introduce las dosis adecuadas de romance juvenil, humor y acción para mantener a los espectadores atentos en la butaca. Ahí es donde el director Rob Letterman cumple su misión, ofreciendo una película dinámica, entretenida y llena de efectos especiales y fantasía. Esta libre adaptación de la serie de novelas bebe de aquella rebeldía juvenil, presentando una versión ficcionalizada del propio Stine, interpretada por Jack Black, que ha construido todo un bestiario en su sótano a partir de esos miedos e inseguridades de un adolescente introvertido frente a la sociedad y que ante su incapacidad por superar esa fase vital, ha acabado convertido en un adulto agrio y solitario. Junto a él tenemos a un trío de adolescentes  que se encuentran precisamente en una situación similar (el recién llegado marcado por el divorcio de sus padres, el inadaptado deseoso de establecer relaciones sociales y la joven atractiva y simpática, pero atapada en un secreto familiar) y que buscan su lugar en el mundo. La liberación de todo un ejército de monstruos dispuestos a destruir la ciudad no es más que un detonante para afrontar definitivamente esos miedos.
Los jóvenes actores cumplen su papel, no resultan demasiado repelentes y permiten a espectadores de todas las edades suficiente empatía como para que se preocupen por su fortuna, aunque ésta sea fácilmente previsible. Jack Black ejerce aquí de mentor, reservándose algunos de los mejores momentos, pero sin ensombrecer a sus jóvenes compañeros de reparto, verdaderos protagonistas de la función, mientras que el resto de secundarios queda en un muy lejano lugar. En cuanto a los monstruos, abordar toda la producción de Stine en una sola película era imposible. En la película optan por destacar algunos de ellos (el Yeti, el Hombre Lobo, los gnomos de jardín, el niño invisible, la mantis religiosa gigante, y sobre todo, el inquietante Slappy), mientras que el resto pasan a hacer pequeños cameos en la vorágine final. Es cuestión de preferencias y seguramente los lectores de las novelas echarán de menos a muchos de sus personajes favoritos (o al menos, verlos más en pantalla). En los apartados técnicos, la cinta no luce precisamente lo último en tecnología digital, pero el uso de la infografía es lo suficientemente atractivo como para ayudarnos a entrar en ese mundo de fantasía, de igual manera que la partitura musical de Danny Elfman tampoco entra entre los principales highlights del compositor, pero sí funciona a la hora de dar un tono ligero y divertido a las imágenes. La dirección de fotografía corre a cargo del español Javier Aguirresarobe, profesional demasiado valioso para una producción de estas características, y que juega con la luz para acercar la imagen al colorido identificativo de las carátulas originales de las novelas, a cargo de Tim Jacobus.
“Pesadillas” nos es otra cosa que una película de temporada (aunque a nuestro país ha llegado con un mes de retraso), demasiado intrascendente como para tomarla en serio, pero sí lo suficientemente entretenida como para situarla por encima de las expectativas.

“SPOTLIGHT”. TODOS LOS HOMBRES DE LA IGLESIA

Los casos de abusos sexuales dentro del ámbito de la Iglesia se han convertido en uno de los mayores escándalos que han implicado a esta institución en su historia reciente. Las múltiples acusaciones de pederastia en diferentes partes del mundo y la forma en que se ha gestionado este problema desde dentro han abierto una caja de Pandora en el seno del catolicismo que ha indignado a creyentes y no creyentes. En ocasiones, la forma en que se han tratado estos hechos por parte de los medios u otros medios, como el cine, tampoco ha sido precisamente ejemplar, cayendo más en el amarillismo y lo sensacionalista. Afortunadamente, ese no ha sido el caso de “Spotlight”, cinta que narra el proceso de investigación de un grupo de de periodistas del Boston Globe, galardonados con el Premio Pulitzer, entorno a varios casos de pederastia.
Thomas McCarthy es un cineasta inteligente y sensible, ajeno a los efectismos y estereotipos melodramáticos habituales del cine. Experimentado en historias pequeñas, siempre ha preferido volar de manera discreta dentro de la industria del cine, contando sus historias de manera honesta y sin aspavientos. Estas características, sin duda, le avalan como el director ideal para esta trama que, desde un primer momento, deambula por terrenos delicados y conflictivos, fácilmente dados a la polémica, los mensajes tendenciosos y los prejuicios moralistas. De acuerdo a la propia filosofía de Spotlight, la sección de periodismo de investigación del rotativo que investigó el caso, la película evita los discursos precipitados y opta más por una exposición de los hechos serena y paulatina. El tono interpretativo, incluso de un actor con tendencia al histrionismo como Michael Keaton, es calmado y analítico, sustentado en el diálogo y la definición de personajes, que desde un primer momento se alejan del estereotipo y adquieren un perfil tridimensional. Se evita también convertir a la película en una caza de brujas introduciendo personajes con diferentes rangos de creencias, a los que la propia investigación genera un dilema moral y religioso, distinguiendo la cinta en todo momento fe y valores cristianos de lo que es claramente un comportamiento abominable y criminal. McCarthy en ningún momento suaviza su denuncia, pero consigue eludir un discurso generalizador, agresivo u ofensivo y erigirse juez, jurado y verdugo. Su objetivo es, sobre todo, analizar el impacto social de este caso, ya sea desde la perspectiva de los periodistas, las víctimas, algunos de los agresores o las propias instituciones sociales y políticas que participaron en el encubrimiento de esta situación. Al mismo tiempo, el cineasta aboga por una recuperación del verdadero espíritu del periodismo, reivindicando su valor social e integridad y mostrando lo que, para él, debería ser el cuarto poder, cada vez más diluido entre el sensacionalismo, las presiones comerciales, el intrusismo o la cada vez más rápida sucesión de noticias, sin contrarrestar, ni analizar.
Si bien McCarthy establece algunos juegos dramáticos para dar mayor ritmo a la cinta y mantener el interés del espectador, por lo general la puesta en escena es pulcra y sencilla, directa, casi documentalista, pero manteniendo un cierto clasicismo narrativo, sin manipular el mensaje, ni imponiendo la imagen a la trama. El montaje se plega también totalmente a la narración, jugando con acciones simultáneas para desarrollar las diferentes líneas de investigación de los protagonistas, pero evitando malabarismos postmodernos y concentrándose en que la historia llegue lo más directa y claramente posible al espectador. En este sentido, nos encontramos con una película que parece anacrónica frente a los montajes espídicos y la multirreferencialidad de la imagen en el cine de las últimas décadas, y tal vez su ritmo resulte demasiado pausado para el gusto del público actual; sin embargo, en nuestra opinión, lo que McCarthy nos ofrece es auténtico cine, íntegro, comprometido, con un inteligente tratamiento literario y un extraordinario reparto coral (con especial mención para Keaton, Rachel McAdams y Mark Ruffalo). Si el caso de Spotlight se presenta como un ejemplo de profesionalidad e integridad dentro del campo periodístico, esta película de Thomas McCarthy debería ser un modelo a seguir como ejercicio narrativo o a la hora de tratar temas tan controvertidos.

martes, 16 de febrero de 2016

“CREED. LA LEYENDA DE ROCKY”. VOLANDO ALTO UNA VEZ MÁS

Pocos personajes han tenido un vínculo tan estrecho y longevo con el actor que les interpreta como Rocky Balboa con Sylvester Stallone. El boxeador nació de la imaginación de aquel actor en ciernes que buscaba hacerse un hueco en la industria del cine como metáfora de su propia situación personal. Pero si Sylvester Stallone convirtió a Rocky en un icono del cine moderno, Rocky lanzó al estrellato la carrera de Stallone. Más tarde llegaría John Rambo, otro personaje decisivo en la carrera del actor y, gracias a estos dos referentes cinematográficos, pasó a convertirse en uno de los principales integrantes del llamado actioner de la década de los 80 y los 90. Es cierto que con la popularización de Stallone, el arraigo social de sus personajes fue perdiendo fuelle en favor de un carácter más comercial y estereotipado, de igual manera que su reputación como actor se derrumbó (no podemos decir que de manera inmerecida); sin embargo, ya fuera con estos dos iconos cinematográficos, como con otros personajes posteriores, la firma de la estrella se mantuvo y todos ellos conservaron algunas señas de identidad cercanas a la sensibilidad del actor: un individualismo romántico, un código de honor anacrónico, un carácter introspectivo y meditabundo, generalmente producto de algún trauma pasado y condenados a la violencia pese a su voluntad de llevar una vida discreta y tranquila. Algunos obtuvieron más éxito que otros, pero ninguno logró equipararse a la importancia de Rocky Balboa, ya sea a nivel profesional o emocional. Durante treinta años, Stallone regresó de manera recurrente a su personaje insignia y con cada entrega, bajo aquella pátina comercial, no sólo resituaba a Rocky con respecto a la sociedad que le rodeaba, sino que reflexionaba sobre su propia evolución personal y profesional. La última cita que habíamos tenido los espectadores con el boxeador fue en 2006, donde el tono crepuscular apuntaba ya a una despedida. Con esta entrega Stallone quiso resarcirse de errores anteriores y dar un final adecuado a su vínculo con el personaje. Para muchos (entre los que nos incluimos), lo consiguió y, a cambio, Rocky volvió a regalarle a Stallone un impulso a una carrera que ya parecía condenada tras demasiados fracasos. El regreso de Balboa con “Creed”, a priori, podía parecer arriesgado e innecesario, más producto de una operación comercial que porque realmente hubiese una historia que contar. El cierre de la saga había sido el adecuado y recuperar al personaje podría dejarle de nuevo huérfano de una despedida honorable. Tampoco la propuesta argumental parecía demasiado prometedora. Rocky reconvertido en entrenador del hijo de Apollo Creed nos traía a la memoria aquella fallida “Rocky V”; sin embargo, este spin off ha logrado triunfar allí donde la quinta entrega fracasó, no sólo ofreciendo un emotivo tributo a la cinta original de 1976, sino aportando, desde esa perspectiva nostálgica, una visión moderna de la historia y recuperando las mejores cualidades interpretativas de Sylvester Stallone.
A nivel argumental, “Creed” no se distancia mucho de la cinta original, hasta el punto de que la línea entre spin off y reboot resulta difusa. Como sucediera con “Star Wars. Episodio VII. El Despertar de la Fuerza” parece que la nostalgia en Hollywood debe llevar acarreada cierta reiteración de esquemas y argumentos, aunque también es cierto que todas las entregas de Rocky mantuvieron un patrón argumental similar, y si bien las condiciones vitales de Adonis Creed son diferentes a las de aquel Rocky Balboa primigenio, esta repetición de moldes acaba resultando positiva a la hora de establecer esa conexión emocional entre boxeador y entrenador. A priori, podemos ver que existe un abismo social que separa ambos personajes. Rocky era alguien sin futuro, lo que en terminología anglosajona se conoce como “White Trash” (basura blanca). Sin dinero, sin estudios, cuyo único ingreso económico lo obtenía como matón de un mafioso de medio pelo, encuentra en el boxeo la manera de superar sus condicionamientos sociales y demostrar que es un campeón. Adonis, por su parte, tiene un estilo de vida diferente. Aunque fruto de una relación adúltera y avocado en sus primeros años a una vida de delincuencia, ha crecido en un hogar opulento, tiene una educación superior, un trabajo con perspectivas de futuro, sin embargo, la sangre llama y su destino está en el ring. Paradójicamente, para cumplir su sueño debe afrontar un importante obstáculo social. El boxeo no es un deporte de niños ricos, sino de gente como Rocky que debe pelear para sobrevivir, por lo que sufre una discriminación inversa. Curiosamente, esta diferencia social, lejos de distanciar a los dos protagonistas, les sitúa en un escenario similar, donde deben superar los prejuicios de los demás para validar su puesto en el ring.
Michael B. Jordan tenía aquí el reto de no sólo tomar el testigo de Sylvester Stallone como protagonista, sino también el de Carl Waethers, el Apollo Creed original, y lo hace con talento, esfuerzo y carisma. Físicamente responde a la perfección al nombre de su personaje. Con una musculatura que parece tallada en mármol, el actor cubre a la perfección los desafíos físicos que demandaba el papel, dosificando además esa evolución de Adonis a medida que va progresando con el entrenamiento. Sin embargo, no se queda simplemente ahí, sino que dota al personaje de un quebradizo mundo interior. Jordan logra interiorizar los conflictos que definen al protagonista (su ansías por boxear, su necesidad de estar a la altura de su legado, pero también su búsqueda de una identidad propia, lejos de la sombra de su padre), al mismo tiempo que comparte una espléndida química con Sylvester Stallone. Éste, por su parte, cede elegantemente todo el protagonismo a Jordan, no buscando en ningún momento hacerle sombra con su presencia en pantalla, pero al mismo tiempo demostrando el gran cariño que tiene hacia su personaje. En esta película tenemos una visión diferente de Rocky de la que ya conocíamos. Sigue siendo un personaje noble y luchador, pero sus años de boxeador han quedado atrás. Es la primera vez que gran parte del peso del personaje no recae en el componente físico (de hecho, se ha tenido que llevar a cabo un trabajo de caracterización del actor para envejecerle y disimular su musculatura bajo capas de ropa), sino que Stallone debe construir a su personaje por completo desde el interior. Afortunadamente, no se trata de un personaje cualquiera, sino de Rocky Balboa, y la interpretación se alimenta de esa extensa tradición que durante cuarenta años se ha ido estrechando entre ambos. Lo que vemos es pantalla no es sólo una interpretación, sino el recorrido de actor y personaje que aquí llega a su punto crepuscular, un componente emocional en el que el espectador se ve también irremediablemente inmerso y cómplice.
    Una de las principales diferencias con respecto al “Rocky” original está en la historia de amor o, más concretamente, en el perfil del personaje femenino. Mientras que Adrian era un personaje frágil, inseguro, que no creía ser merecedora del cariño de nadie, Bianca es todo lo contrario. Es un personaje moderno, independiente, luchador, que afronta con entereza los obstáculos que le ha puesto la vida y que, al igual que Adonis, está dispuesta a cumplir sus sueños. Tessa Thompson le aporta esa entereza y determinación, además de una sensualidad que se hace especialmente patente a través de su relación con la música. Para interpretar a los diferentes contrincantes a los que se enfrenta Adonis, se ha escogido a verdaderos boxeadores, sin experiencia interpretativa previa. Esto fue algo que ya intentó Stallone, sin éxito, en “Rocky V” con Tommy Morrison. Es cierto que esto aporta verismo en las escenas de combate y que cada uno de ellos exuda amenaza física con la mirada, sin embargo, estamos acostumbrados por las películas anteriores a que los contrincantes de Rocky muestren también un físico musculado, bien definido y fibroso, mientras que aquí Tony Bellew, con una importante carrera deportiva en Reino Unido se evidencia bajo de forma en comparación con Michael B. Jordan.
Si bien ha contado con Sylvester Stallone en el apartado interpretativo, “Creed” es la primera película de Rocky donde la estrella no ha controlado el proceso creativo. Por primera vez no firma el guion y cede la dirección a Ryan Coogler, algo que sólo había sucedido con John G. Avildsen en la primera y quinta entrega. A pesar de esto, la cinta se integra perfectamente a la saga. Coogler devuelve el carácter urbano inicial a la película, su descripción del carácter marginal de los personajes y las zonas más empobrecidas de Philadelphia, aunque en este caso, no centrándolo tanto en la comunidad italiana, sino en la afroamericana, donde no sólo el boxeo, sino también la música o las carreras callejeras marcan el devenir de sus habitantes. Sí le podemos achacar al guion una estructura demasiado episódica, con el protagonista quemando etapas rápidamente en favor del crescendo dramático de la trama, pero que va dejando elementos atrás sin terminar de cerrar algunos hilos. La puesta en escena de Coogler es fresca, dinámica y moderna, aunque se conceda algunos tributos a Avildsen y la herencia de la saga. Por lo general, el director se muestra bastante comedido, no cargando las tintas en las escenas más dramáticas, sólo cayendo en una ocasión en el exceso (ese guiño a una de las secuencias más recordadas de “Rocky”, aquí aderezada con una, a nuestro parecer, un tanto desproporcionada incursión de motocicletas). En lo que se refiere a los combates, Coogler ofrece un trabajo excepcional, planificando cada pelea de manera diferente, jugando con la cámara para dar fuerza y dinamismo a los enfrentamientos, e introduciendo al espectador en medio de los golpes. En este sentido el uso del (trucado) plano secuencia en la pelea contra Sportino es de un gran virtuosismo, mientras que el combate final contra Conlan supone unos intensos y emocionantes 20 minutos que merecen situarse con honor en la tradición de la saga.  
La música de esta entrega corre a cargo de Ludwig Goransson, un joven compositor de origen sueco, con una larga experiencia sobre todo en televisión, y que ha llegado a la saga gracias a su relación anterior con Ryan Coogler. Para Goransson, recoger el testigo de Bill Conti tampoco era tarea fácil. El leitmotiv de “Rocky” es uno de los temas universales del cine, y la partitura original estaba plagada de temas excepcionales que definían perfectamente a los personajes. Para esta nueva entrega, el compositor busca crear un trabajo original, pero que beba del ADN de la música de Conti. Para ello crea el tema de Creed, “Fighting Hard”, que es un claro homenaje a aquel “Flying High”, aunque para el resto de la partitura el músico adopta una influencia del hip hop que se extiende también al uso de las canciones. Ahí Goransson hace también su propia aportación, componiendo las canciones de Briana, en especial “Breathe”, que ejerce de tema de amor de la película. La principal diferencia entre Goransson y Conti está, sin embargo, en el empleo del tema principal. Mientras que Conti evitaba desplegar el tema principal hasta que el personaje estaba listo para representarlo, Goransson tiene que someterse al esquema actual de la música para el cine, menos paciente y que necesita que la partitura defina de manera más inmediata al protagonista. A partir de ahí, el leitmotiv se vuelve recurrente, fluctuando entre versiones más intimistas y otras más épicas, pero dominando en todo momento el discurso musical. Afortunadamente es un tema emocionante y retentivo, sin embargo, su uso en la película acaba resultado excesivo.

“Creed. La Leyenda de Rocky” se salda como una muy loable incorporación a la saga, impactante, emotiva, con un excelente trabajo actoral y de puesta en escena. Imperfecta en algunos puntos y, demasiado deudora de la cinta original, pero al final, especialmente para los seguidores de la saga y de Sylvester Stallone, se convierte en un regocijo emocional y nostálgico de primer orden. 

lunes, 15 de febrero de 2016

“EL RENACIDO”. LA BALADA DE HUGH GLASS

En 1823, el trampero Hugh Glass fue atacado por una osa Grizzly, dado por muerto por sus compañeros de partida y se arrastró gravemente herido durante más de 320 kilómetros de espesura en pleno invierno. Esta historia de supervivencia se convirtió en uno de los mitos de la conquista del oeste americano, inspirando todo tipo de literatura y baladas. El cine tampoco ha sido impermeable a esta historia, que ya fue llevada a la gran pantalla en 1971, bajo el título de “El Hombre de una Tierra Salvaje”, dirigida por Richard C. Sarafian y protagonizada por Richard Harris (quien un año antes había protagonizado también “Un Hombre Llamado Caballo”) y John Huston. Ahora, el director Alejandro González Iñarritu, con la alianza de Leonardo DiCaprio como protagonista, nos presenta una nueva versión de esta historia. “El Renacido” compagina una recreación sucia e inclemente del contexto histórico de la leyenda con un toque de misticismo a partir de la relación del protagonista con el entorno, sus traumas familiares y la naturaleza agresiva y traicionera de los colonos. De esta manera, Iñarritu convierte las montañas de Missouri en un espacio de paranoia, donde la desesperación, la soledad y la violencia sitúan a los protagonistas en la frontera de la cordura.
La cinta arranca con una prodigiosa secuencia de 12 minutos con el ataque por parte de un grupo de indios Arikara a un grupo de tramperos. Desde ese primer momento, Iñarritu deja patente las claves de lo que va a ser su película: una prodigiosa puesta en escena, construida en torno a planos largos y recreándose en los espacios naturales; una visión poética y oscura de la naturaleza, con la espectacular fotografía natural de Emmanuel Lubezki, que recuerda al trabajo previo del iluminador con Terrence Malick (“El Nuevo Mundo”, “El Árbol de la Vida”); una representación cruda y violenta de la vida en el estado de Missouri a principios del siglo XIX; una poco convencional partitura musical postmoderna y experimental, con ecos tribales, compuesta por Ryuichi Sakamoto y Alva Noto; y un profundo y realista trabajo con los actores (sublimes Leonardo DiCaprio y Tom Hardy), quienes construyen sus personajes a partir de su contacto con este hábitat agreste. De esta manera, el cineasta logra también un impresionante ejercicio de inmersión del espectador en la historia, quien empatiza en todo momento con el dolor y las dificultades del protagonista. En todo esto juega un papel determinante también la técnica. Aunque inicialmente, Iñárritu se planteó rodar la película en celuloide, difícilmente una película de estas características hubiese sido posible sin la tecnología digital. Se trata de la primera película rodada con la cámara Arri Alexa 65, lo que ha permitido al director ese juego con la duración de las tomas y le ha dado mayor libertad a la hora de trabajar la planificación y el trabajo con los actores.  
Con estos ingredientes, Iñarritu compone una película prodigiosa, dura y densa, con una visión desoladora del ser humano como ser social, aunque también entonando un canto épico a su capacidad de supervivencia, a la que sólo le podemos achacar un exceso de celo, una evidente necesidad de trascendencia, más allá de las necesidades narrativas de la historia, que conlleva además un exceso de metraje. Tomando como referencia títulos como “Dersu Uzala” de Akira Kurosawa, “Andrei Rublev” de Andrei Tarkovski, “Fitzcarraldo” de Werner Herzog o “Apocalyse Now” de Francis Ford Coppola, Iñarritu es consciente de estar saliéndose de los márgenes habituales del cine hollywoodiense y se regodea en ello. Por otro lado, también es cierto que sin ese acto de soberbia, posiblemente el conjunto perdería capacidad de riesgo. Como sucediera con “Birdman” el año pasado, el cineasta vuelve a establecer un provocador juego, donde se busca no sólo desafiar al espectador con la crudeza de la historia, sino también con lo abrupto de las formas.  
“El Renacido” se convierte así en una extraordinaria experiencia cinematográfica, atípica y exquisita, que demuestra que el séptimo arte aún no ha alcanzado sus fronteras y que la incorporación de los avances tecnológicos puede seguir abriendo puertas expresivas para el cine.

viernes, 12 de febrero de 2016

ESTRENOS DEL 12 DE FEBRERO

Leonardo DiCaprio se coronó como rey absoluto de la taquilla el pasado fin de semana. La entrada de “El Renacido” en la cartelera ha sido espectacular, sobre todo teniendo en cuenta que, pese al aval de sus 12 nominaciones a los Oscars, la película no responde precisamente a los cánones del cine comercial. Pese a eso y a sus dos horas y cuarenta minutos de metraje, la cinta ha logrado sumar 3.700.349 € en su primer fin de semana en España. A bastante distancia le sigue “Creed. La Leyenda de Rocky”, que baja a segunda posición con 648.227 €. “Alvin y las Ardillas. Fiesta sobre Ruedas” ocupa la tercera posición con 624.241 €, mientras que “Pesadillas” mantiene también la entrada de cine juvenil con 616.871 €. Finalmente cierra el ranking “Palmeras en la Nieve” con 384.836 €. Fuera del ranking, en sexta posición, ha quedado el otro estreno de la semana pasada, “Carol”, que reúne 368.178 €, una cantidad insuficiente para una película con seis candidaturas a los Oscars, pero que ha tenido el dudoso honor de enfrentarse a la gran favorita de los premios de la Academia de Hollywood de este año. A la espera de la llegada de “La Habitación” y “Brooklyn” (que se estrenarán el 26 de febrero, dos días antes de la entrega de los Oscars) esta carrera de los premios queda en suspenso en la cartelera española. Este fin de semana se nos acumulan varios títulos, pero ninguno con piel de Oscar, aunque la cinta de Will Smith “La Verdad Duele” esperaba tenerla. El resto de los estrenos apuestan más por la comedia. “Mejor Solteras” es una comedia a mayor gloria de Rebel Wilson, Dakota Johnson y Leslie Mann, mientras que los pequeños de la casa cuentan con una propuesta de Disney, “Zootrópolis”. Finalmente, contamos también esta semana con el regreso de Derek Zoolander tras 15 años del estreno de su primera película. (Datos taquilla: Rentrak)
Hasta ahora el director alemán Christian Ditter parecía estar especializado en cine infantil y juvenil con títulos como las dos entregas de “Los Cocodrilos” o “Vicki el Vikingo y el Martillo de Thor”, sin embargo, para su salto a Estados Unidos, ha preferido probar fortuna en el terreno de la comedia gamberra con una variante de “Resacón en Las Vegas” enfocada más hacia el público femenino. Basada en la novela de Liz Tuccillo, “Mejor Solteras” busca demostrar la vena humorística de Dakota Johnson, mientras que la de sus compañeras de reparto,  Rebel Wilson y Leslie Mann, está más que comprobada.
Existe una forma correcta de ser soltero, una forma incorrecta de serlo, y luego está Alice. Y Robin, Lucy, Meg, Tom, David.  La ciudad de Nueva York está repleta de corazones solitarios que buscan la pareja perfecta, un rollete o algo entre medias. Y en algún lugar entre  los mensajes subidos de tono y los líos de una noche, lo que todos estos solteros tienen en común es la necesidad de aprender cómo ser soltero en un mundo en el que la definición del amor cambia constantemente. Dormir fuera en la ciudad que nunca duerme nunca fue tan divertido.
Tras el fracaso de su regreso a la comedia y el cine comercial con “Focus”, Will Smith quiso volver a presentarse como candidato al Oscar con “La Verdad Duele”. La cinta tenía todos los ingredientes para triunfar en este campo (historia real, comprometida, con trasfondo de David contra Goliat), sin embargo, no logró pasar la criba de las nominaciones (aunque el actor sí logró una candidatura a los Globos de Oro). Escrita y dirigida por Peter Landesman (realizador de “Parkland” y “Matar al Mensajero”), la cinta cuenta también con un actores de carácter como Adewale Akinnuoye-Agbaje, Alec Baldwin, Eddie Marsan, David Morse o Albert Brooks.
El doctor Bennet Omalu es el neuropatólogo forense que hizo el descubrimiento sobre el origen del CTE (traumatismo craneoencefálico crónico), una enfermedad neurodegenerativa que aparece al sufrir conmociones cerebrales provocadas por fuertes golpes en la cabeza. La historia gira alrededor del descubrimiento de esta enfermedad y su intento por hacer que sea reconocida.
Tras el éxito rotundo de “Frozen” y “Big Hero 6”, los estudios Disney presentan “Zootrópolis”, cinta de animación que se inspira en las clásicas películas de colegas para introducirnos en un mundo poblado de animales antropomórficos. En este contexto, la primera conejita policía, Judy Hoops, tiene que aliarse con un zorro (su enemigo natural), el taimado Nick Wilde, para resolver un complicado caso. La cinta está dirigida por Byron Howard (“Bolt”, “Enredados”) y Rich Moore (“Rompe Ralph”) y en su versión original cuenta con las voces de estrellas como Ginnifer Goodwin y Jason Bateman (en los roles principales), o Idris Elba, Alan Tudyk, , J.K. Simmons Bonnie Hunt u Octavia Spencer (en los secundarios).
La moderna metrópoli mamífera de Zootrópolis es una ciudad absolutamente única. Está compuesta de barrios con diferentes hábitats como la lujosa Sahara Square y la gélida Tundratown. Es un crisol donde los animales de cada entorno conviven, un lugar donde no importa lo que seas. De hecho puedes ser cualquier cosa, desde un elefante enorme hasta la musaraña más diminuta. Pero cuando llega la optimista agente Judy Hopps, descubre que ser la primera conejita de un cuerpo policial compuesto de animales duros y enormes no es nada fácil. Pero está decidida a demostrar su valía y se mete de cabeza en un caso, a pesar de que eso significa trabajar con Nick Wilde, un zorro parlanchín y estafador, para resolver el misterio.
En 1996, Ben Stiller creó al personaje de Derek Zoolander en uno de sus sketches humorísticos, sin embargo, y tras repetir en algún que otro gag, no fue hasta el estreno de la película en 2001 que adquirió fama internacional. Ahora, 15 años más tarde y convertido ya en objeto de culto, este famoso modelo masculino regresa a la gran pantalla de la mano de su creador, quien no sólo lo vuelve a interpretar, sino que además repite como director y guionista. En las labores de guion, Stiller ha querido contar con el actor y también escritor Justin Theroux (conocido como actor en “Mulholland Drive” o la serie “The Leftovers”, pero también guionista de “Tropic Thunder” o “Iron Man 2”). De la entrega anterior regresan Owen Wilson y Will Ferrell, contando la secuela como incorporaciones de lujo con Penélope Cruz, Kristen Wiig o Benedict Cumberbatch, además de múltiples cameos de actores y personalidades del espectáculo y la moda.
Han pasado 10 años desde que dejamos a Derek Zoolander inaugurando su “Centro para niños que no saben leer chachi” y las cosas no han ido nada bien. Debido a una serie de desastres Zoolander decide exiliarse ya que ha perdido “su fuego” y durante más de una década pasa a convertirse en un fantasma. Derek se verá obligado a volver al mundo de la moda cuando las estrellas de rock de todo el mundo comienzan a ser asesinadas y todo indica a que él es el único que puede resolver el misterio. En esta nueva aventura tendrá que afrontar todos sus miedos y su pasado para volver a convertirse en el número 1 de la pasarela.

miércoles, 10 de febrero de 2016

PREMIOS GOYA 2016

2015 fue un buen año para el cine español. En lo económico, películas como “Ahora o Nunca”, “Atrapa la Bandera”, “Ocho Apellidos Catalanes” o “Palmeras en la Nieve” han marcado un excelente cierre contable. Por otro lado, películas como “La Novia”, “Truman”, “A Cambio de Nada”, “B”, “Un Día Perfecto”, “Techo y Comida” o “Requisitos para Ser una Persona Normal” vuelven a demostrar que el cine nacional ofrece películas comprometidas con nuestra realidad y con un alto nivel artístico y cultural. En nuestra opinión, el cine español brinda una marca innovadora, diversa y moderna. Sin embargo, es una pena que todo esto quede en aguas de borrajas ante la pésima imagen que la Academia del Cine Español dio el pasado sábado 6 de febrero con su entrega de los Premios Goya. Además no se trataba de una entrega más, sino el trigésimo aniversario de esta gala, que se reveló más caduca y vetusta que nunca.
Hablemos primero de lo verdaderamente importante. En nuestra opinión “Truman” fue una de las mejores películas del 2015, y como tal nos alegramos del amplio reconocimiento recibido, con estatuillas a mejor película, mejor director, mejor guion original, mejor actor principal o mejor actor secundario (faltándole únicamente montaje, que fue a parar a la cinta “El Desconocido”, para conseguir el pleno de sus candidaturas). Frente a este triunfo incontestable, la gran perdedora de la noche fue “La Novia”, que de 12 candidaturas (la favorita en número de opciones) se tuvo que contentar con las categorías de mejor actriz de reparto y dirección de fotografía, un varapalo a todas luces severo e injusto hacia la película. Por el resto, hay que reconocer que los premios fueron bastante repartidos, con buena aceptación de títulos como “Nadie Quiere la Noche” (dirección de producción, vestuario, maquillaje y peluquería y partitura original), “El Desconocido” (sonido y montaje), “Palmeras en la Nieve” (dirección artística, canción) o “A Cambio de Nada” (dirección novel y actor revelación), “Un Día Perfecto” (mejor guion adaptado) o “Techo y Comida” (mejor actriz principal).
En lo referente a la gala, nos encontramos con un espectáculo irregular, que si bien sí logró ajustarse mejor a los tiempos establecidos, se hizo larga y tediosa. Salvo por las lágrimas de Daniel Guzmán, faltó emotividad; pese a los discursos comprometidos, no se produjo ningún momento trascendente o memorable y sí más situaciones ridículas de las aconsejables (Lucas Vidal no era nuestro favorito en ninguna de las dos candidaturas musicales donde se erigió ganador y sus discursos fueron lo más vergonzoso de una noche no especialmente lúcida). Dani Rovira repetía como maestro de ceremonias, y si bien hay que reconocerle ingenio y capacidad para aportar algunos momentos de humor al conjunto, su participación resultó clónica y menos inspirada que la del año pasado. El cine, supuesto protagonista de la noche, pasó a segundo plano, destacando más otros componentes como la presencia política (con la consabidas reclamaciones por parte del sector y la crítica, humorística o directa, a la gestión cultural) o artistas de otros ámbitos. Resulta penoso que la Academia quiera ponerse la medalla cultural, invitando a un Premio Nobel de literatura a entregar un premio, al mismo tiempo que a los guionistas nominados se les entra por la puerta de atrás y no se les permite desfilar por la alfombra roja, de la misma manera que se da espacio para que un gran artista como Joan Manuel Serrat cante en el escenario, mientras que las canciones candidatas al premio no son escuchadas en ningún momento (esto, en cualquier caso, no es algo nuevo y al menos este año hemos tenido a Serrat y no a Alex O'Dogherty). Mientras el cine está en pleno proceso de cambio y evolución, cuando se están haciendo tantos esfuerzos por situar a la industria en el espacio que le corresponde dentro de los avances tecnológicos actuales, la Academia del cine sigue viendo en internet a un enemigo a abatir, sin darse cuenta de que esos internautas de los que tanto defenestra son sus espectadores, que el VOD y el streaming son el futuro de la distribución audiovisual a nivel internacional y que, los videoclubs (pese al cariño que les profesamos los que desarrollamos nuestra formación audiovisual a partir de los 80) son empresas en extinción. Añorar ese pasado (un pasado que, en su momento, no era tan festivo como se nos quiere recordar ahora, y, si no, comprobemos cifras) y no aportar ningún discurso de futuro no sólo distancia a la Academia del público, también la aleja del propio cine que dice representar.    

PREMIOS
MEJOR PELÍCULA
Truman
MEJOR DIRECTOR
Cesc Gay por Truman
MEJOR DIRECTOR NOVEL
Daniel Guzmán por A cambio de nada
MEJOR ACTOR PROTAGONISTA
Ricardo Darín por Truman
MEJOR ACTRIZ PROTAGONISTA
Natalia de Molina por Techo y Comida
MEJOR ACTOR DE REPARTO
Javier Cámara por Truman
MEJOR ACTRIZ DE REPARTO
Luisa Gavasa por La novia
ACTOR REVELACIÓN
Miguel Herrán por A cambio de nada
ACTRIZ REVELACIÓN
Irene Escolar por Un otoño sin Berlín
MEJOR GUION ORIGINAL
Cesc Gay y Tomàs Aragay por Truman
MEJOR GUION ADAPTADO
Fernando León de Aranoa por Un día perfecto
MEJOR DIRECCIÓN ARTÍSTICA
Palmeras en la nieve
MEJOR DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN
Nadie quiere la noche
MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO
Nadie quiere la noche
MEJOR MÚSICA ORIGINAL
Nadie quiere la noche
MEJOR CANCIÓN ORIGINAL
Palmeras en la nieve
MEJOR SONIDO
El Desconocido
MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
Atrapa la bandera
MEJOR DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
La novia
MEJOR MONTAJE
El desconocido
MEJOR MAQUILLAJE Y/O PELUQUERÍA
Nadie quiere la noche
MEJORES EFECTOS ESPECIALES
Anacleto: Agente secreto
MEJOR PELÍCULA DOCUMENTAL
Sueños de sal
MEJOR PELÍCULA EUROPEA
Mustang
MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA
El clan
MEJOR CORTOMETRAJE DE FICCIÓN
El corredor
MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL
Hijos de la Tierra
MEJOR CORTOMETRAJE DE ANIMACIÓN

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jueves, 4 de febrero de 2016

ESTRENOS DEL 5 DE FEBRERO

El pasado fin de semana, Rocky Balboa volvió a ser el campeón. “Creed” se hizo con el liderazgo de la taquilla superando el millón y medio de recaudación. Le secunda “Pesadilla”, otro de los estrenos, que se hizo con un millón de euros en la taquilla. “Alvin y las Ardilas. Fiesta sobre Ruedas” pierde posicionamiento, bajando a tercera posición, pero aún así consigue llegar a los 980.000 €. Con tan sólo 670.000 €, “Spotlight” se sitúa en cuarta posición, mientras que el ranking lo cierra “La Quinta Ola”, quien se derrumba en taquilla y sólo reúne 630.000 €.  Este fin de semana en el que tiene lugar la entrega de los premios Goya, la cartelera se viste de Oscars. Por un lado nos llega la principal candidata a los premios de la Academia de Hollywood con 12 nominaciones, “El Renacido”, junto con “Carol”, cinta con importante peso en el apartado interpretativo, que también concurre a 6 candidaturas.
El director Todd Haynes, responsable de títulos como “Velvet Goldmine” o “Lejos del Cielo” adapta la novela de Patricia Highsmith “Carol” que narra la historia de amor entre dos mujeres. Publicada inicialmente con el título de “El Precio de la Sal” y con el pseudónimo de Claire Morgan, se convirtió en una de las primeras novelas de temática lésbica que no condenaban la homosexualidad. Para interpretar los dos roles principales, Haynes ha contado con dos actrices del calibre de Rooney Mara y Cate Blanchett, a las que secundan Kyle Chandler y Sarah Paulson. La cinta aspira a los galardones de mejor actriz principal, mejor actriz de reparto, mejor guion adaptado, mejor dirección de fotografía, mejor vestuario y mejor partitura original.
En Nueva York, durante los años 50, una joven de 20 años, Teresa, trabaja en una tienda y sueña con una vida más plena cuando conoce a Carol, una seductora mujer atrapada en un matrimonio adinerado, pero sin amor. A medida que la historia se desarrolla, sus vidas empiezan a desmoronarse mostrando a Carol cada vez más temerosa de perder la custodia de su hija en caso de una separación, cuando su esposo cuestiona su capacidad como madre al descubrir la relación que sostenía con su mejor amiga, Abby. 
Tras vencer el año pasado en los Oscars con “Birdman”, el director Alejandro González Iñárritu busca repetir la jugada con “El Renacido”, cinta inspirada en hechos reales y basada en la novela de Michael Punke. Candidata a 12 Oscars y protagonizada por Leonardo DiCaprio (quien tras cuatro nominaciones parece que este año por fin se llevará la estatuilla a casa), la cinta cuenta también con un importante reparto de secundarios, encabezado por Tom Hardy (también candidato al Oscar por esta película), Will Poulter, Domhnall Gleeson o Lukas Haas.
En las profundidades de la América salvaje, el trampero Hugh Glass resulta gravemente herido y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald. Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de Nativos Americanos, en una búsqueda heroica e implacable para conseguir vengarse de Fitzgerald. Basada en una historia real.