miércoles, 25 de noviembre de 2015

“OCHO APELLIDOS CATALANES”. ESPERPENTO NACIONAL


Hacer una secuela de “Ocho Apellidos Vascos” tenía muchos inconvenientes en contra. El primero era el factor tiempo, la película debía realizarse en tiempo récord, porque está esa concepción según la cual el público no tiene memoria y si se dilata mucho la fecha de estreno de la película se corre el riesgo de que ya se hayan olvidado de la entrega anterior, la hayan aborrecido o ya nos les importe ver cómo continúa. Hay que aprovechar el impulso de la ola cuando aún no ha empezado a romper. Por otro lado, el listón era alto, no tanto en lo artístico como en lo comercial. Intentar emular a la película más taquillera del cine español tenía muchísimas posibilidades de quedarse cortos a la hora de cumplir con los objetivos económicos (por muy bien que le vaya la taquilla, en la visión industrial del cine, una secuela que no cubre o supera los méritos recaudatorios de la anterior se considera un fracaso). Por último, sus autores se encuentran ante la encrucijada de tener que ampliar una historia que no nació con vistas a prolongarse más allá del cierre planteado en el guion original. “Ocho Apellidos Vascos” era una cinta sencilla y carente de ambiciones, que se benefició de la empatía que generó entre el público y una campaña de marketing que la impulsó más allá de sus posibilidades. Sus personajes no tenían base suficiente para llegar más lejos de lo que ofrecían en aquella simpática, pero sencilla historia, y una secuela presentaba el riesgo de evidenciar aún más esta limitación.   

Empezamos por lo positivo, y es que la secuela ya ha cumplido su primer objetivo, que era convertirse en el estreno más taquillero del año, por encima de otras películas españolas, como “Ahora o Nunca” (también con Dani Rovira) o “Atrapa la Bandera”, e incluso títulos internacionales como “50 Sombras de Grey”, que era la que lideraba hasta ahora el ranking de los mejores estrenos del 2015. Los 7,6 millones de euros recogidos por “Ocho Apellidos Catalanes” la sitúan ya a nivel histórico como el tercer mejor estreno de una película española, por detrás de “Lo Imposible” y “Torrente 4”. Sin embargo, será a partir del próximo fin de semana, cuando el hype bajo y el boca a boca haga su labor, que empezaremos a ver el verdadero alcance que puede tener la película. A rasgos generales, nos encontramos ante una película que no difiere mucho en cuanto a características y ambiciones artísticas con respecto a la anterior. Si el contraste entre la cultura sevillana y la vasca se convertía en la base de la anterior película, aquí viene a sumarse a la ecuación los estereotipos sobre los catalanes, haciendo especial interés en temas como el independentismo o el referéndum. “Ocho Apellidos Catalanes” se ríe de la situación política y social actual en nuestro país. Como en la anterior, lo hace sin sangre, sin buscar el conflicto, sino más bien apelando a la conciliación a través de reírse de los estereotipos propios. De manera amable y sencilla permite al espectador reírse de sí mismo y de los grandes temas que nutren los programas informativos nacionales. En este sentido se suma a una extensa tradición popular que siempre ha sabido encajar bien entre el público general. Guionizada nuevamente por la dupla formada por Borja Cobeaga y Diego San José, la cinta engarza gag tras gag, obteniendo algunos momentos muy divertidos y despertando carcajadas entre el público. Sin embargo, la diferencia radica en las expectativas, algo que debería ser ajeno a la obra en sí, pero que desgraciadamente sí ha afectado también a su proceso de elaboración. Esta misma película, en el mismo contexto en el que se estrenó su precedente sería disfrutada como lo que es, una comedia simple y sencilla, que no busca grandes reflexiones, sino el chiste puro y duro, que el espectador se ría y que pase un rato agradable en la sala. El problema es cuando ese modelo tan modesto de película pasa a convertirse en la balsa de salvación del cine español.   

Con el fin de asegurar el producto, se fuerza mucho el buscar el tipo de gag que triunfó en la primera entrega, pero carente de la frescura de aquella. Las razones para hacer la secuela han sido puramente económicas, no existía más historia que contar y se ha impuesto la continuación. Esto afecta al resultado final, hecho con precipitación y sin tener una base sólida sobre la que construir la película. Echamos en falta una excusa argumental un poco más trabajada y el escenario que nos plantea nos parece poco afortunado. Tanto la ruptura de Rafa (Dani Rovira) y Amaia (Clara Lago), como la relación de ésta con su novio catalán, Pau (Berto Romero), resultan dos macguffins muy trillados y forzados. Afortunadamente la película cuenta con un buen elenco de actores todoterreno, como es el caso especialmente de Karra Elejalde y Rosa María Sardá, que son los verdaderos salvavidas de la película. Dani Rovira también cumple con soltura su papel, y Belén Cuesta se las apaña para robar algunas escenas y elevar uno de los papeles a priori menos llamativos de la cinta. Desgraciadamente, el trato a los otros actores principales no es tan positivo. Clara Lago pasa de ser la coprotagonista a interpretar uno de los personajes más prescindibles de la cinta. Más allá de ser la excusa para que Rafa viaje a Cataluña, el personaje de Amaia es el más ingrato de la cinta, carente de momentos de lucimiento. Berto Romero está espléndido en el papel de Pau, pero ahí han querido hacer un personaje tan antipático y repelente, que en ningún momento llegamos a verlo como un serio antagonista de Rafa. Entendemos que la película es una comedia bufa y que los personajes tienen que ser caricaturescos, sin embargo, creemos que ese personaje necesitaba de algún factor romántico que ayudara a comprender su relación con Amaia y que realmente planteara al espectador la disyuntiva (por muy remota que fuera) de que se pudiera quedar con la chica, con el fin de darle un poco de interés al conflicto amoroso. Por último, tenemos a una desaprovechada Carmen Machi. Si ya en la anterior la actriz era junto con Elejade, lo más destacado de la película, en esta nueva entrega, sus apariciones cotizan también alto, especialmente en sus escenas junto a (de nuevo) Karra Elejade y Rosa María Sardá. El triunvirato de veteranos de la película da muestra de su experiencia y solventan los mejores momentos de la película. Desgraciadamente, la participación de Machi resulta muy breve y acaba resultando insuficiente para un personaje que tenía más que aportar a la película.

En esta ocasión se aprecia aún más la construcción a base de sketches, ante lo insustancial de la trama general, y eso también afecta al ritmo de la película. Gags los tiene mejores y peores, pero la sensación de desconexión entre ellos, de gratuidad, de personajes metidos con calzador y que no cumplen ninguna función (que se recupere a los personajes de Curro y Joaquín se puede justificar porque enlazan con la película anterior, pero ¿qué razón de ser tiene el personaje de Agustín Jiménez?), genera más una sensación de programa contenedor de sketches televisivo (precisamente, como aquel “Vaya Semanita” con el que se dieron a conocer Cobeaga y San José) que de producción cinematográfica (y mucho menos la película española del año). La puesta en escena de Emilio Martínez Lázaro vuelve a ser tan simple y funcional como era de esperar. El cineasta tiene muchas virtudes, pero éstas van más al campo de la dirección de actores o de saber establecer un buen timing al gag, pero nunca ha destacado precisamente por su virtuosismo visual. Cuando trabaja con los actores, sabe conducirlos para que el chiste funcione, pero cuando nos encontramos ante momentos que necesitan un mayor apoyo de la imagen (como la escena de los castellets), la cosa se desmorona. Por último, se echa de menos también la partitura musical de Fernando Velázquez, quien para la anterior creó una composición sencilla, pero pegadiza y que aportaba ritmo y comicidad a la imagen, mientras que el trabajo de Roque Baños para la secuela resulta anodino y poco memorable.

“Ocho Apellidos Catalanes” se salda así como una película divertida y entrañable, sustentada en un tipo de humor cargado de picaresca, ironía y sátira social, pero que queda lastrada por una producción precipitada, un guion necesitado de algunas revisiones más, que aún no estaba listo para ser rodado y, sobre todo, unas expectativas comerciales demasiado ambiciosas para lo que no deja de ser una cinta modesta y pequeña. 

2 comentarios:

  1. no se como hiciste una crítica tan larga de algo tan inconsistente jaja, te felicito! vi la primera por la fama que tenía de gran repercusión, pero el resultado es como mucho simpático, no mas que eso... y no es que uno ponga la vara muy alta sino que parecía un programa televisivo como mucho...

    no quiero exagerar ni ser nacionalista porque en general no lo soy, pero acá en Argentina esta película no sería considerada para nada... en fin, cuestión de gustos y cuando la vea en la net quizá me le anime para un domingo a la tarde... salu2....

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  2. Jajajaja. Muchas gracias, JLO. Estoy de acuerdo con tus comentarios sobre la primera y es precisamente lo que hay en la segunda. Evidentemente, se trata de una cinta con un humor tan localista que no sé hasta qué punto puede tener validez fuera de España.

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