En 1996 el Slasher se encontraba prácticamente muerto, la década de los 80 se había encargado de exprimirlo hasta la muerte con sus innumerables secuelas y su tono cada vez más paródico y autoconsciente. Sin embargo, como si fuera una de sus propias reglas, el género consiguió resucitar y regresar a las pantallas con fuerzas renovadas gracias a la labor de Kevin Williamson en el guión y el veterano Wes Craven en la dirección. Craven, que había sido uno de sus creadores con “La Última Casa a la Izquierda”, entró de lleno en el juego propuesto por Williamson que se basaba principalmente en hacer un guión metafictivo analizando los clichés que habían inundado las películas durante más de dos décadas. La apuesta salió bien, “Scream” se convirtió en todo un revulsivo para el slasher, inspirando nuevas producciones del género (algunas además firmadas también por Williamson, como “Sé lo que Hicisteis el Último Verano”).
Como no podía ser menos, “Scream” se convirtió a sí misma en una franquicia, no avergonzándose de caer en los mismos clichés que había puesto sobre la palestra en la cinta original, aunque intentando justificarlos con nuevos guiños metafictivos. Desgraciadamente el patrón al que mejor se acomodaron las secuelas fue al del paulatino descenso de calidad y originalidad. “Scream 2” supo aguantar el tipo, pero “Scream 3” (en esta ocasión sin guión de Williamson) fue un fracaso absoluto, ridícula, sin sentido, con interpretaciones nefastas, cameos vergonzosos y una puesta en escena carente de tensión. A esto hay que sumar el éxito de otra franquicia, “Scary Movie” (curiosamente el título original que se había sopesado para “Scream”). La serie de comedias iniciada por los hermanos Wayans llevó a cabo una parodia feroz de la cinta original de Wes Craven, además de otros títulos de terror contemporáneos, por lo que la suma de esto con lo inverosímil del desarrollo de los crímenes de Woodsboro hizo que el público no se tomara demasiado en serio la tercera entrega.
En los 10 años que han pasado desde el estreno de “Scream 3” los rumores sobre una nueva entrega fueron una constante, siendo el principal hándicap el desinterés de los responsables de la serie y los actores, especialmente su protagonista, Neve Campbell. Sin embargo, una década da para mucho, o más bien para casi nada. Desde que se cerrara la franquicia, la carrera de Campbell no ha conseguido encauzar ningún éxito. Tras intentar infructuosamente demostrar que podía ser una actriz seria de la mano de directores de prestigio como Alan Rudolph (“Investigating Sex”) o Robert Altman (“The Company”), fue cayendo paulatinamente en el olvido. Tampoco la carrera de David Arquette ha dado para mucho. Sus intentos en cine y televisión no tuvieron el eco deseado, a pesar de sí participar en series de culto como “Criando Malvas (Pushing Daisies)”. Más afortunada ha sido Courtney Cox gracias a la televisión, protagonizando series como “Dirt” o, actualmente, “Cougar Town”, pero su paso por el cine ha sido poco memorable. La pequeña pantalla ha sido también el refugio de Kevin Williamson, quien tras la cancelación de “Dawson Crece” en 2003 volvió a saborear las mieles del éxito en 2009 gracias a “Crónicas Vampíricas”. Por su parte, Wes Craven ha estado más centrado en sus labores como productor y sacando rentas de los remakes de sus títulos clásicos (“Las Colinas Tienen Ojos” y su secuela, “La última Casa a la Izquierda”) que en la dirección. Tras la cámara, su siguiente colaboración con Williamson dio como resultado el fiasco de “La Maldición”, mientras que “Vuelo Nocturno” sí recibió unas críticas aceptables y buenos ingresos en taquilla, pero alejados de sus películas más conocidas. Desde 2005 se mantuvo alejado de la dirección y ha sido el año pasado que ha regresado a sus labores con “My Soul to Take” (de discreto paso por las carteleras estadounidenses) y esta “Scream 4”.
Podemos decir que salvo el caso de Courtney Cox, que parece estar bien asentada en la televisión, la carrera del resto de los responsables de la franquicia pedía a gritos una nueva secuela de “Scream” para intentar reverdecer laureles anteriores. Pese al empeño de todos, los primeros pasos de la producción de la cuarta entrega no fueron fáciles. Dudas sobre la predisposición de los actores o las quejas de Craven acerca del continuo intervencionismo del estudio agriaron el pistoletazo de salida de la producción. Sin embargo la incorporación de un nuevo plantel de jóvenes estrellas como Emma Roberts o Hayden Panattiere dio esperanzas de una renovación en la franquicia, que por parte de Craven y Williamson no se anunciaba como un mero nuevo capítulo, sino como la presentación de una nueva trilogía acerca del asesino de Woodsboro.
El absurdo al que puede llegar el carácter industrial de las secuelas de películas de terror da pie a un prometedor arranque de “Scream 4”, jugando a su vez con la película dentro de la película, “Puñalada”, que, en los diez años que han pasado también en la ficción, ha pasado a ser una fábrica constante de secuelas cada vez más apartadas de la inspiración original. Es en este bloque de presentación donde podemos encontrar el mayor juego metafictivo de la película, así como su crítica más ácida a la situación del cine de terror contemporáneo. Desgraciadamente, una vez superado esto, la película vuelve a caer en la repetición y la falta de originalidad que echó a perder a la franquicia en anteriores secuelas.
Con el fin de justificar la reiteración del mismo patrón argumental e intentar agrandar la vuelta de tuerca final, el guión de Williamson no repara en situaciones incongruentes e inverosímiles, cuando lo que realmente necesitaba la serie era encontrar un camino nuevo por el que seguir creciendo. Lo mismo sucede con la puesta en escena de Craven que juega a repetir recursos habituales para generar tensión en el espectador, pero no puede evitar dolorosas caídas de ritmo en aquellas secuencias en los que no hay acción en pantalla. Los personajes veteranos permanecen anquilosados en lo que ya el espectador conoce de ellos (Sidney es la heroína a su pesar, Dewey aunque Sheriff aún es un policía atolondrado y Gale aún se deja llevar por su ambición periodística, lo que vuelve a ponerla en peligro); sin embargo, sinceramente, éste es uno de esos casos en los que más vale malo conocido que bueno por conocer. La nueva savia resulta verdaderamente insufrible y la falta de interés que despiertan en el espectador es también en gran parte responsable de que la película no levante el vuelo.
Fuera de la secuencia introductoria, las referencias metafictivas al cine de terror de la primera década del siglo XXI se centran en los reboots/remakes y las películas en primera persona. En parte porque los creadores intentan justificar la falta de innovación de esta tercera entrega dejando que sus personajes la definan como un remake de la primera entrega. Por otro lado, las nuevas tecnologías (internet, webcams, redes sociales, las aplicaciones de los teléfonos móviles) se convierten también en herramientas de la nueva encarnación de Ghostface. También se hace alguna referencia circunstancial al “Torture Porn” de “Saw”, “Hostel” y compañía, pero, salvando un mayor índice de gore que en las entregas anteriores, ese es un camino por el que Craven y Williamson se aseguran de no entrar. En cualquier caso, al contrario que en la primera parte, aquí el juego de reglas resulta muy arbitrario y poco ajustado a la realidad del género de terror moderno. Si en “Scream” Wes Craven parecía el director idóneo para hacerle la autopsia al slasher, en “Scream 4” parece estar completamente fuera de onda y enclavado en las películas de los 70 y los 80, al igual que Kevin Williamson.
“Scream 4” ha cometido la verdadera sentencia de muerte de toda franquicia cinematográfica, ha fracasado en taquilla, por lo que las posibilidades de que esa planeada trilogía se haga realidad son cada vez más difusas, afortunadamente. Visto lo visto ni Wes Craven, ni Kevin Williamson son las personas adecuadas para continuar con la serie, por lo que lo mejor para los espectadores es que dejen a Ghostface y a Sidney Prescott descansar en paz. El cine de terror y sus fans pueden sobrevivir sin ellos.
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