INTRODUCCIÓN
Apasionado del cine, la carrera de Joe Dante ha estado marcada por las diferentes influencias que recibió a lo largo de su niñez y adolescencia, principalmente procedentes del género de terror y fantasía, y de las producciones de serie B. Es por esto que en sus películas podemos encontrar guiños evidentes que destilan una sana cinefilia, desarrollando su periodo de auge profesional durante la década de los 80, especialmente gracias al apoyo de Steven Spielberg en la producción de algunas de sus más exitosas películas, como “Gremlins” o “El Chip Prodigioso”. Sus películas son casi familiares y en ellas podemos encontrar multitud de rostros recurrentes, tanto dentro de la pantalla (con actores como Dick Miller, Robert Picardo, Kevin McCarthy o William Schallert), como fuera (como, por ejemplo, el tristemente desaparecido Jerry Goldsmith, quien compuso para Dante algunas de sus bandas sonoras más juguetonas y divertidas). Ahora, tras el estreno de su último trabajo, “Miedos 3D”, y ante el inminente estreno de “Piraña 3D” de Alexandre Aja, remake de su primer éxito, Joe Dante vuelve a estar de actualidad.
INICIOS EN EL CINE. ESCUELA CORMAN
Dante nació el 28 de noviembre en Nueva Jersey y, hasta que cumplió los 7 años, su vida estaba muy enfocada hacia el deporte. Sus padres eran jugadores de golf profesionales, llegando incluso su padre a escribir algunos libros sobre el tema. Sin embargo, la vida del futuro director cambió tras enfermar de polio, lo que le dejó muy débil de salud, superando este periodo de su vida gracias a una creciente afición por el dibujo. Durante su adolescencia llegó incluso a publicar algunas ilustraciones en varias revistas de temática fantástica y, tras acabar el instituto, se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de Philadelphia. Además de ilustrar, durante este periodo se dedicó también a escribir críticas de diferentes películas en el boletín cinematográfico de la universidad. Por esta época entabló amistad con Jon Davidson, quien más tarde entró a trabajar en la productora de Roger Corman, convenciendo a Dante para que se mudara a California y colaborara con él. Como les sucediera a muchos realizadores que empezaron a surgir durante la década de los 60 y 70 en Estados Unidos, la factoría de Corman fue una verdadera escuela de cine para Dante, quien trabajó en diferentes apartados, aprendiendo el oficio desde diferentes perspectivas, y siempre teniéndose que ajustar a un presupuesto casi inexistente.
Otra de las características que definían las producciones de Roger Croman era que, en muchas ocasiones, aprovechaba algún éxito comercial para desarrollar cintas de explotación basadas en esa misma idea. A mediados de los 70 era la época de “Tiburón” de Steven Spielberg y Corman quiso aprovechar este tirón ofreciéndole a Dante dirigir su primer largometraje para la compañía, “Piraña”. Con un presupuesto de 660.000 $ y un guión escrito por John Sayles, antes de convertirse en adaliz del cine independiente norteamericano, Dante llevó a cabo una tarea titánica, convirtiendo, contra viento y marea, un mero pastiche de bajo presupuesto en un interesante ejercicio de estilo, que rápidamente ascendió al nivel de película de culto.
Tres años más tarde, se puso al frente de otra cinta de terror, “Aullidos”, que presentaba una puesta al día del mito del hombre lobo, de nuevo un guión de John Sayles y con unos excelentes efectos especiales de Rob Bottin. Sin embargo, en esta ocasión el éxito de la película se vio eclipsado por el de otra cinta de temática similar, “Un Hombre Lobo Americano en Londres”, del director John Landis, un realizador con el que Dante compartía un peculiar sentido del humor y una amplia cultura cinematográfica, especialmente en aquellas producciones de terror de serie B que habían supuesto la base de su educación.
BAJO EL SIGNO DE SPIELBERG
Tras rodar un par de episodios de la serie “Police Squad” (de la que posteriormente saldrían las películas de “Agárralo como Puedas”), Dante recibió una oferta que no se podía rechazar. El propio Steven Spielberg, uno de los directores que suponía un referente para el realizador, le convocó para participar junto a él mismo, el ya mencionado John Landis y George Miller en “En los Límites de la Realidad”, una cinta episódica que recuperaba el espíritu y algunas de las historias de la mítica serie de televisión “La Dimensión Desconocida”. En su episodio Dante dejó patente su gusto por el trabajo de animadores clásicos como Chuck Jones o Tex Avery, con una historia sobre un extraño niño que ha creado una siniestra realidad alternativa alimentada por las fantasías de lo que ve en televisión.
Tras esta primera experiencia bajo la protección de Spielberg, Dante pasó a encargarse de otra producción del director de “E.T.”, “Gremlins”. De nuevo con la temática fantástica de telón de fondo, la película se convirtió en un éxito instantáneo y en una de las películas más populares y recordadas de la filmografía de este director. Aquí jugaba a alternar elementos enternecedores que encandilaran al público general, con unos ligeros apuntes de terror y un gamberro sentido del humor, no desprovisto de múltiples guiños cinematográficos.
El éxito de Gremlins abrió definitivamente el periodo de gracia de la carrera de Joe Dante, quien a continuación dirigió “Exploradores”, una curiosa historia sobre un grupo de adolescentes que descubren la manera de construir una nave espacial y establecer un primer contacto con una raza extraterrestre. En el reparto de esta película hicieron su presentación oficial dos futuras estrellas cinematográficas, River Phoenix o Ethan Hawke, mientras que Dante se dedicaba a seguir indagando en ese universo nostálgico cinéfilo adaptado a la mentalidad del público adolescente de los años 80.
Al mismo tiempo que iba generando éxitos en las salas de cine, Dante se encargó también de dejar su impronta en un par de series de televisión de culto. El éxito de la película de “La Dimensión Desconocida” dio cabida a una nueva etapa de la popular serie en televisión, participando Dante en uno de sus episodios. A continuación recibiría una nueva invitación de Steven Spielberg para ponerse tras la cámara en dos episodios de “Cuentos Asombrosos” (“BOO” y “The Greibble”). En ambas ocasiones Dante no dejó pasar la oportunidad para seguir homenajeando a los clásicos de su infancia con un sentido de la fantasía y el suspense heredado del cine y la literatura de los años 50 y 60.
En 1987, una vez más con el apoyo económico de Steven Spielberg, Joe Dante se encargó de realizar el proyecto más ambicioso de su carrera, “El Chip Prodigioso”, una versión aventurera y apta para todos los públicos de “Viaje Alucinante” de Richard Fleisher, donde se apostaba por llevar el apartado de ciencia ficción al interior del cuerpo humano, como si se tratara de un viaje espacial. La cinta estaba protagonizada por el cómico Martin Short, de gran popularidad en televisión, y Dennis Quaid y Meg Ryan, quienes tras el éxito de esta película pasaron a convertirse en una de las parejas de moda de aquel momento, volviendo a coincidir en la pantalla al año siguiente en “Muerto al Llegar” y contrayendo matrimonio en 1991. La cinta supo combinar perfectamente los componentes de cinta comercial dirigida al gran público, al mismo tiempo que se convertía en un continuo homenaje a la ciencia ficción clásica con los giros de su guión y la presencia de actores clásicos de la serie B de los años 50 como Kevin McCarthy o William Schallert.
COMEDIAS POSTMODERNAS
El mismo año de “El Chip Prodigioso”, Joe Dante participó junto a directores como Robert Weiss o John Landis en una comedia coral titulada “Amazonas en la Luna”, donde se agrupaban una serie de sketches, muy cercanos al tipo de humor que estaba de moda en aquel momento gracias al programa de televisión “Saturday Night Live” (contando además con la participación de varios de sus humoristas). La cinta resultó bastante irregular, a pesar de contar con momentos cómicos realmente brillantes, y pasó desapercibida por el público, especialmente fuera de Estados Unidos. En cualquier caso, quizás alentado por sus colegas realizadores, Dante agudizó más el carácter postmoderno de su humor, jugando con la ironía a la hora de referenciar algunos elementos de la cultura estadounidense (en este caso, el más notable fue “Reckless Youth”, donde se parodiaban aquellas explotation movies pseudo-moralistas de los años 30 sobre el consumo de drogas y el sexo al estilo de la legendaria “Reefer Madness”).
Dante volvió a hacer un intento con la comedia en la cinta de 1989 “No Matarás al Vecino”. Protagonizada por Tom Hanks, un año después de que éste protagonizara “Big”, la cinta vuelve a estar repleta de guiños y homenajes cinéfilos que van desde el habitual tono de terror de serie B propio del cine de Joe Dante, a referencias directas al spaghetti western o películas como “Patton”. La cinta funcionó bien en taquilla, principalmente gracias al gancho que suponía tener a Tom Hanks como protagonista, sin embargo, no fue el éxito que se esperaba, en parte porque el público general no supo identificar muchos de los referentes cinematográficos de la película y que suponían la base de la mayor parte de los gags cómicos.
En 1990 Dante aceptó ponerse tras la cámara para recuperar a sus más populares personajes en “Gremlins 2. La Nueva Generación”. Sin embargo, el director no se contentó con hacer una secuela al uso, y llevó a cabo una obra que no sólo se alejaba de los patrones de la primera parte, sino que además no dudaba en parodiar las incongruencias y los fallos de ésta. Desgraciadamente para Dante, nuevamente el público no supo verle la gracia al popurrí de referencias que nutría la cinta y la película estuvo lejos de obtener el éxito en taquilla de la cinta original.
DECLIVE DE UNA CARRERA
Con una carrera cinematográfica que poco a poco iba perdiendo gas en cuanto a resultados económicos, en 1991 Dante regresó a televisión, esta vez con un proyecto personal, “Eerie, Indiana”, sobre un pueblo repleto de elementos paranormales, como la presencia de un siniestro grupo de perros inteligentes que están planeando apoderarse del mundo, un cazador de tornados que recuerda al capitán Ajab, así como algunas leyendas urbanas como "Bigfoot" o el mismísimo Elvis Presley. La serie se ajustaba a los esquemas propios del cine de Dante, especialmente en su vertiente de fantasía para el público adolescente, aunque desgraciadamente sólo se mantuvo una temporada en parrilla.
Tras dos años haciéndose cargo de la serie, Dante regresó a la pantalla grande con “Matinee”, donde recuperaba el tono nostálgico y cinéfilo de sus películas, aunque desde una perspectiva más realista. Aquí John Goodman interpretaba a un veterano director de películas de terror, inspirado en el también realizador y productor William Castle, famoso por su uso de elementos dentro de la sala como apoyo para sorprender a los espectadores y asustarlos durante la proyección de la película. La historia está ambientada en plena crisis de los misiles cubanos, un momento en el que ninguna película de terror podía competir con lo que estaba sucediendo fuera de la sala, y todo está narrado, como es habitual en Joe Dante, desde el punto de vista de unos adolescentes, que aportan una visión más inocente y limpia al conflicto. La cinta fue recibida de manera positiva por parte de los fans de Dante, especialmente por su salto a un tipo de historia de carácter más realista y su rendido homenaje a las inolvidables sesiones dobles de la época. Sin embargo, este entusiasmo no se contagió al público general, que nuevamente le dio una acogida un tanto fría a la película.
A partir de aquí Dante se refugió durante algunos años en el terreno de la pequeña pantalla, donde desarrolló algunos telefilms de escasa repercusión, como por ejemplo la comedia de 1994 “Runaway Daughters” o el drama bélico de 1997 “La Segunda Guerra Civil” (presentando un ficticio nuevo enfrentamiento entre los diferentes Estados que conforman el país), al mismo tiempo que se encargaba de dirigir episodios de algunas series de televisión (“Rebel Highway” o “Picture Windows”).
Dante intentó un nuevo acercamiento a las salas comerciales en 1998 con “Pequeños Guerreros”, donde recuperaba el tono de “Gremlins”. Dentro de su apariencia de producto comercial dirigido a un público infantil y juvenil, se escondía una crítica a la violencia de la sociedad moderna y al carácter cada vez más violento de los juguetes, carentes de una función educativa. Por supuesto, Dante dio nuevas muestras de cinefilia, por un lado, dando el papel heroico a los monstruos de la función, relegando al papel de villanos a los juguetes paramilitares, y, por otro, desplegando una gran variedad de guiños cinematográficos a lo largo de toda la cinta, desde ese discurso pattoniano del comandante Chip Hazzard, hasta la autorreferecia a “Gremlins” con la contraseña utilizada por uno de los personajes. La película funcionó bien en taquilla, pero para muchos supuso una rendición de Dante, quien en la búsqueda de un éxito seguro, había preferido repetir hallazgos anteriores, en lugar de abrir nuevos caminos. “Pequeños Guerreros” era una película nostálgica, pero en un sentido distinto al de sus títulos de los 80. Aquí no se homenajeaba tanto el cine de serie B de los años 50, sino curiosamente aquel que había imperado en los 80, y del que Dante formaba parte, ahora perdido bajo producciones más estruendosas.
A continuación el director casi desaparecería del mapa una vez más durante 5 años, con alguna producción aislada para televisión, hasta que en 2003 dirigió “Looney Tunes. Back in Action”, un nuevo largometraje que buscaba sacar partido de las populares estrellas de los dibujos animados de la Warner. Un producto a priori hecho a la medida de Joe Dante, quien en multitud de ocasiones había demostrado ser un gran fan de estos personajes y de algunos de sus principales autores como Tex Avery o Chuck Jones. Desgraciadamente, el resultado fue una cinta carente por completo de personalidad, algo que, pese a todo, rebosaban todas las anteriores películas del director. La cinta fue un fracaso en taquilla, cerrando de un portazo esta nueva oportunidad de recuperar a este realizador para la gran pantalla.
REGRESO AL HOGAR
Cuando ya parecía que la carrera de Joe Dante estaba anquilosada y obsoleta, en 2005 se le propuso participar en la serie de televisión “Masters of Horrors”, para la que dirigió el telefilm “El Ejército de los Muertos”, sobre un grupo de zombies, muertos durante la guerra de Irak, que se levantan de sus tumbas y exigen ejercer su derecho al voto para expulsar de la Casa Blanca al presidente de los Estados Unidos que los envió a la muerte. Sin ser su mejor trabajo, este episodio fue uno de los más aclamados de la primera temporada de la serie, insuflando una cierta esperanza en cuanto a un posible regreso del director a la gran pantalla. Dante repitió en la segunda temporada con el episodio “El Eslabón Más Débil”, una alegoría sobre la lacra de la violencia machista en nuestra sociedad, aunque en esta ocasión la respuesta del público y la crítica fue menos entusiasta.
Tras el espaldarazo que supuso el reconocimiento obtenido por su trabajo en “Masters of Horrors”, el director decidió iniciar la producción de una nueva película, “Miedos 3D”, partiendo de un guión del desconocido Mark L. Smith (cuya filmografía se limitaba hasta entonces a las dos partes de “Habitación sin Salida” y un título dirigido por el mismo, “Séance”, pero de escasa distribución internacional), y protagonizado una vez más por un reparto de actores juveniles (entre el casting de actores adultos podemos encontrar únicamente a Teri Polo y Bruce Dern en papeles destacados, además del pequeño cameo de Dick Miller, reservado para los seguidores del director).
Éste era, sin duda, un libreto hecho a la medida de Joe Dante, con un argumento que perfectamente hubiese podido tener cabida en “La Dimensión Desconocida” por su integración de los componentes fantásticos dentro de un entorno cercano a nuestra realidad cotidiana (y con cierto grado de denuncia al tratar de manera alegórica el tema del maltrato infantil), pero también por su intención de ser un título de terror dirigido a un público juvenil, donde se prefiere optar por la sutileza, el suspense y el carácter inquietante de determinados objetos y situaciones, más que por un tipo de violencia más explícita. Al igual que sucedía con “Pequeños Guerreros”, nos encontramos con un título que juega la baza nostálgica del cine de los años 50 y 60, pero también la autorreferencialidad con respecto a las características propias del cine de Joe Dante.
Dante resuelve la película de manera elegante, inteligente y sencilla, sin grandes aspavientos de “autor”, sino aportando a cada secuencia la medida justa de humor, ternura, misterio y terror. De hecho, si bien ese punto de partida argumental acerca de un agujero interdimensional que se alimenta de los miedos internos de cada personaje podía haber desatado un verdadero infierno de horror en manos de otro director, bajo la dirección de Dante pasa incluso a convertirse en una película ciertamente inofensiva, donde la verdadera amenaza no es externa, sino que depende de la capacidad de enfrentarse a sus temores de los tres protagonistas para redimirse de su pasado. Sí hay momentos de terror (las apariciones de la niña fantasma, del títere payaso o el policía, así como la secuencia de las bombillas con Bruce Dern, pueden llegar a resultar muy inquietantes), pero en ningún momento se pierde la perspectiva del público al que va dirigida. Por otro lado, esto no implica que la cinta no pueda ser disfrutada por un adulto, aunque, como en otros trabajos de Joe Dante, es necesario que se trate de un espectador que no haya perdido la capacidad de creer en ese mundo de fantasía y que guarde en su interior un cierto grado de inocencia infantil.
Como estrategia comercial, pero también integrado dentro del juego cinéfilo de su autor, la película fue rodada utilizando el formato estereoscópico, sobre todo para dar profundidad a los picados y contrapicados que van relacionados con la figura del agujero interdimensional. Este grado de cinefilia de la película llega a su máximo esplendor en el clímax final, donde el viaje al interior de los miedos de uno de los personajes protagonistas, además de aprovechar las características del sistema 3D, también queda plasmado en forma de onírico mundo caligariano. En referencia estética al expresionismo de “El Gabinete del Doctor Caligari”, Dante juega con las sombras y con un decorado de formas geométricas deformadas y estriadas. Esa imaginería repleta de elementos grotescos apunta también al inevitable guiño al cartoon, tal y como ya hiciera Dante años atrás en su episodio de “En los Límites de la Realidad”.
Uno de los aspectos en los que “Miedos 3D” debía afrontar un importante cambio con respecto a las anteriores producciones de Joe Dante era en el apartado musical. El fallecimiento de Jerry Goldsmith en 2004 suponía la desaparición de uno de los principales ingredientes de sus mayores éxitos. Goldsmith siempre supo aportar un elemento lúdico e impredecible en sus partituras para Dante que se casaban a la perfección con el carácter juvenil y nostálgico de las historias. El elegido para retomar el testigo ha sido el español Javier Navarrete (afincado en Hollywood tras el éxito de “El Laberinto del Fauno”), quien ha ofrecido un trabajo esforzado y funcional dentro de la película, pero que carece de la brillantez y la originalidad del maestro Goldsmith.
“Miedos 3D” no es la mejor película de Joe Dante, pero sí es una cinta entretenida, hecha con oficio y un reconfortante sentido de artesanía. Su carácter anacrónico dentro del Hollywood actual nos lleva a cuestionarnos una vez más sobre la dirección que está tomando esta industria, y especialmente el cine juvenil actual, donde el monopolio de los efectos especiales parecen haber olvidado la importancia del componente emocional de sus historias.
CONCLUSIÓN
Lejos quedan ya los años de éxito de Joe Dante, y en él podemos ver en la actualidad los restos de un tipo de cine ahora perdido y añorado, de la misma manera que durante la década de los 80 él se dedicaba a recordarnos la belleza y la pasión que le provocaban las viejas películas de monstruos de los años 50 y 60. Sin embargo, las elogiosas críticas recibidas por su última película podrían incitar al director a reactivar de manera más firme su carrera cinematográfica. Por de pronto, si bien ha descartado la oferta de rodar una tercera parte de “Gremlins”, sus intereses parecen estar centrados en llevar a cabo un biopic sobre uno de sus mentores, Roger Corman, con Colin Firth en la piel del legendario y prolífico productor.
Excelente artículo, y grande Dante.
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