lunes, 9 de agosto de 2010

WES CRAVEN. EL TERROR AL LADO DE TU CASA

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INTRODUCCIÓN

El estreno del remake de “Pesadilla en Elm Street” devuelve a la actualidad este imprescindible título del género de terror de la década de los 80, pero también a la figura de su creador, Wes Craven, un director con una carrera algo irregular, con trabajos destacados como “La Última Casa a la Izquierda”, “Las Colinas Tienen Ojos”, esta “Pesadilla en Elm Street o “Scream”, pero también desastrosos, como “La Cosa del Pantano”, “La Nueva Pesadilla” o “La Maldición”. En cualquier caso, se trata de un autor que ha ocupado un lugar destacado en el género de terror estadounidense de los últimos 35 años.

AÑOS 70. EL CINE DE TERROR COMO CRÍTICA SOCIAL

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Licenciado en Escritura Creativa y Psicología, su contacto con el séptimo arte comenzó en 1970 trabajando como montador, guionista y productor para Sean S. Cunningham, conocido especialmente por la serie de “Viernes 13” (juntos codirigieron la cinta “Together”, una cinta nudie de la que Cunningham renegaría posteriormente). La gran oportunidad de Craven llegó en 1972, cuando escribió y dirigió “La Última Casa a la Izquierda”, cinta que se uniría al nuevo estilo de cine de terror que se desarrolló a lo largo de esta década, con otros títulos destacados como “La Matanza de Texas”, suponiendo los primeros ejemplos de lo que posteriormente se bautizó como slasher. Se trataban de historias sencillas pero marcadas por un explícito y malsano sentido de la violencia y el terror, inédito hasta entonces en el cine. En estas películas se podía apreciar el cambio de sensibilidad de la época y la llegada de una visión contestataria de la cultura, que ponían en duda los cimientos de la sociedad estadounidense.

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En esta primera película, Craven nos contaba la historia de dos adolescentes, Mari y Phyllis, raptadas por un trío de maníacos que las drogan, las violan y las asesinan brutalmente tan sólo a cien metros de la casa de una de las ellas. Poco a poco, los padres irán tomando conciencia de lo que ha sucedido realmente naciendo en ellos un deseo de venganza ciega, atroz y sin concesiones. La película escenificaba aterradoras escenas de tortura, jugando con una doble moral, donde los supuestos buenos ciudadanos de la cinta, los padres de las chicas, llegaban a perpetras atrocidades que estaban al mismo nivel que las de los criminales. “La Última Casa a la Izquierda” se convirtió rápidamente en un fenómeno de culto gracias a las llamadas sesiones de medianoche, sin embargo, Craven tardó 5 años en volver a ponerse tras la cámara.

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Su segundo proyecto fue “Las Colinas Tienen Ojos”, una sucia cinta de terror, donde se nos relata el calvario de una típica familia de clase media norteamericana, los Carter, que, camino de California, sufren una avería en mitad del desierto. Allí son salvajemente atacados por un grupo de mutantes, víctimas de las pruebas nucleares que se habían realizado en esa zona. De nuevo Craven juega a la doble moral, y si bien el ataque de los mutantes es bastante seco y contundente, tampoco quiere aportar un tono heroico a la actitud de los miembros supervivientes de la familia que inician su venganza. De nuevo no hay buenos y malos en sus películas, sino un mensaje de que la violencia es igual de atroz y reprobable venga de quien venga. La película fue también un gran éxito, y convirtió en un actor de culto a Michael Berryman, cuyo rostro ha pasado a los anales del cine.

AÑOS 80 Y EL NACIMIENTO DE FREDDY KRUEGER

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Tras estos dos excelentes títulos, convertidos de manera casi instantánea en clásicos del cine de terror, Craven pasó un periodo de pobreza creativa. Entre 1978 y 1982 encadenó cuatro proyectos de poco interés y calidad: “Las Dos Caras de Julia”, “Snuff” (ambas de 1978), “Bendición Mortal” (una historia de fundamentalismo religioso protagonizada por una joven Sharon Stone), y la adaptación del cómic “La Cosa del Pantano” de 1982 (una cinta pobre y cutre, con unos pésimos efectos especiales y un desastroso trabajo de maquillaje).

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Cuando ya parecía que sus dos primeros títulos habían sido una casualidad, y que la carrera de Craven iba a sumergirse en la mediocridad, en 1984 estrenó “Pesadilla en Elm Street”, primera película de la famosa saga de terror protagonizada por Freddy Krueger, asesino desfigurado que ataca, en sueños, con unas enormes cuchillas colocadas en los dedos. De nuevo Craven presentaba un ser monstruoso y sádico, objeto de toda repulsa social, para después dar a conocer que las buenas gentes del pueblo se habían encargado de ejecutarlo salvajemente, quemándolo vivo, al ver que la ley no les amparaba. En un principio, el personaje de Freddy Kruegger quedaba en un plano muy secundario, apareciendo únicamente en las secuencias de sueño de manera realmente siniestra y aterradora. Sería en las posteriores secuelas que su protagonismo fue ampliándose, hasta convertirse en el rey de la función (o más bien, el bufón, debido al cada vez mayor componente de humor negro del personaje).

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El buen sabor de boca dejado con “Pesadilla en Elm Street” se evaporó rápidamente con su siguiente proyecto, la secuela de “Las Colinas Tienen Ojos”, una cinta chapucera y burda que salvo por la presencia de Michael Berryman, no es capaz de recuperar el carácter malsano de la primera parte. En este nuevo episodio de las andanzas de la familia de caníbales mutantes, los dos supervivientes, Bobby y Ruby, regresan a las montañas acompañados por un equipo de motocross, sufriendo una vez más un accidente que les lleva a enfrentarse con los habitantes del desierto. A continuación Craven realizó “Amiga Mortal”, una cinta bastante floja que retomaba aspectos del “Frankenstein” de Mary Shelley. En ella, un adolescente decide implantar los microchips de un robot en el cerebro de su mejor amiga, Samantha, después de que ésta haya muerto víctima de una paliza de su padre.

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Más afortunado fue su siguiente trabajo, “La Serpiente y el Arco Iris” de 1987. La cinta estaba basada en las verdaderas experiencias de la vida de Wade Davis y fue rodada en Haití. En ella Craven indagó dentro del mundo de la magia negra y lo sobrenatural, ofreciendo un relato con vocación realista sobre el mundo de los zombies y el vudú. El resultado no fue del todo acertado, con una trama que cada vez deriva más en componentes sobrenaturales que la emparentan con el cine más fantástico de Craven, sin embargo, a fecha de hoy, se sigue manteniendo como su esfuerzo más serio por hacer un tipo de cine de terror verosímil y con rigor artístico.

AÑOS 90. REINVENTÁNDOSE A SI MISMO

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El director regresó a un terreno más lúdico con “Shocker, 100.000 Voltios de Terror” de 1989. Con el fin de recuperar el espíritu de “Pesadilla en Elm Street”, Craven se saca de la manga otro asesino sobrenatural, en esta ocasión un condenado a muerte que tras ser sentenciado en la silla eléctrica, utiliza la electricidad para vengarse de sus verdugos. Sin llegar a ser una gran película, la cinta basa su encanto en su falta de pretensiones, que la convertían en una cinta medianamente entretenida. Menos afortunada fue “El Sótano del Miedo” de 1991. Aprovechando los terrenos abiertos por David Lynch con la serie “Twin Peaks”, Craven ideó una de sus historias con las que inquietar al espectador no con seres procedentes del Más Allá, sino con la propia naturaleza macabra y retorcida del ser humano. A pesar de contar con algunas ideas interesantes, con esa historia de una casa fortificada que pertenece a una tétrica pareja, Craven desaprovecha las posibilidades de desarrollar imágenes malsanas y decadentes, derivando la resolución de la historia hacia territorios más convencionales y trillados.

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En 1994, para celebrar el décimo aniversario de “Pesadilla en Elm Street”, Craven decidió regresar a la serie con su séptimo capítulo. Bajo el título de “La Nueva Pesadilla de Wes Craven”, el director quiso dar un giro a la franquicia, apartarla del terreno de comedia negra y gore en el que había caído, e introducir una temática metafictiva que recuperara al Freddy Krueger aterrador de la primera parte. En la película podíamos ver a varios de los actores originales que se interpretaban a si mismos, incluso al propio director que quiso hacer una aparición especial. La idea era situar a su criatura por encima incluso del mito cinematográfico en que se había convertido y darle un valor más alegórico, una especie de musa que se alimenta de la fama que le proporcionan los creadores de la película. Esto a su vez debía servir para ofrecer un discurso sobre la naturaleza de las películas de terror y sus claves. A pesar de lo llamativo del argumento, el resultado fue una cinta aburrida y pretenciosa, donde además se modificaba el look del personaje principal, alejándolo de su imagen establecida.

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Cansado de su encasillamiento en el género de terror, y dado el poco éxito de sus últimos trabajos, el director empezó a buscar la forma de probar en campos diferentes. Su primera aportación fuera del terror fue “Un Vampiro Suelto en Brooklyn”, una revisión de la novela de “Drácula”, en forma de comedia, protagonizada por Eddie Murphy. Desgraciadamente, Murphy, también cansado de su imagen de cómico, quería diversificar su carrera y se tomó esta cinta en serio, como si fuera una película de terror. El resultado es un choque absurdo entre un director de películas de terror intentando hacer una comedia, y un cómico intentando hacer una cinta de terror. Al final la película no es ni una cosa ni la otra y se queda en un engendro ridículo y aburrido.

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La carrera de Wes Craven tuvo un renacer en la segunda mitad de los 90 gracias a la trilogía de “Scream”. Tras aliarse con el guionista Kevin Williamson, el director consiguió aquello que había intentado hacer con la séptima parte de “Pesadilla en Elm Street”, una cinta que funcionara como película de terror, pero también como análisis de los patrones del género, abordando incluso elementos de (auto)parodia. El primer título de la serie fue un éxito rotundo en 1996, con escenas ya clásicas como la primera secuencia con Drew Barrymore siendo acosada por teléfono por el asesino. Para la segunda parte, estrenada un año más tarde, se recuperó a parte del reparto original, y se introdujeron nuevos nombres como la actriz Sarah Michelle Gellar (conocida por la serie “Buffy la Cazavampiros”). El resultado no llegó a ser tan equilibrado aunque volvía a destacar la capacidad del director para rodar algunas escenas de suspense. Tras un breve descanso, en el año 2000 se estrenaba “Scream 3”, esta vez sin guión de Williamson que sólo ejercía de productor. El resultado fue una cinta ridícula, en la que se apreciaba su carácter de secuela forzada, llena de cameos de relleno y con poca sustancia argumental.

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Antes de “Scream 3”, Craven volvió a hacer un intento fuera del género de terror con “Música del Corazón” un drama protagonizado por Meryl Streep y ambientado en un colegio marginal. La película sigue los patrones típicos de cintas como “Mentes Peligrosas” o “Déjate Llevar”, donde un profesor intenta ayudar a sus alumnos a superar su situación social a través del arte (en esta caso la música), sin aportar nada especialmente interesante o novedoso al patrón, por no hablar de una puesta en escena del director funcional y televisiva.

S. XXI. CRAVEN REVISTADO

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Una vez cerrada, con escaso éxito, la franquicia de “Scream”, la carrera de Wes Craven pasó a sufrir todo tipo de avatares, en los que el director tendría algunos de sus enfrentamientos más sonados con los estudios de Hollywood. El director pasó tres años intentando sacar adelante “La Maldición”, una revisión del mito del hombre lobo, con Christina Ricci de protagonista, y que suponía el reencuentro del director con el guionista Kevin Williamson. La película sufrió varias reescrituras de guión, cambios en el reparto, múltiples montajes y el rodaje de nuevas secuencias cuando ya se daba la producción por acabada, retrasando año y medio su estreno. Todo esto dañó gravemente a la cinta, que resultaba imprecisa y confusa.

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Debido a los problemas de “La Maldición”, ésta se estrenó de manera simultánea a la siguiente película del director, “Vuelo Nocturno”, un thriller inspirado en la situación internacional tras el 11 S. Con el cine de Alfred Hitchcock como referente inmediato, sin demasiadas pretensiones, con una buena pareja de protagonista y una controlada duración que no llega a la hora y media, la cinta era un entretenimiento que se dejaba ver con agrado, muy alejado de los títulos más destacados del director, pero afortunadamente con poco que ver con sus mayores fracasos.

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A partir de 2005, Craven prefirió mantenerse apartado de manera temporal del a silla del director, aprovechando para supervisar y producir remakes de algunos de los títulos clave de su filmografía. El remake de “Las Colinas Tienen Ojos”, realizado el director francés Alexandre Aja, obtuvo excelentes críticas y unos buenos dividendos en taquilla. Esto le llevó a apoyar una segunda parte, titulada de manera absurda e inexplicable en España como “El Regreso de los Malditos”, donde la capacidad para producir una atmósfera densa y malsana era sustituida por la puesta en escena del realizador alemán Martin Weisz, quien pese lograr a algunas escenas realmente desasosegantes, no pudo hacer nada para solventar un guión falto de inspiración, repleto de diálogos y situaciones absurdas, obra del propio Craven y su hijo. El remake de “La Última Casa a la Izquierda” tampoco dio buenos resultados, perdiendo por el camino todo el carácter contestatario de la original, así como su capacidad para provocar física y emocionalmente al espectador.

FUTUROS PROYECTOS

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En la actualidad, Craven parece dispuesto a retomar su carrera como realizador. Para finales de este año ya tiene previsto el estreno de una nueva película “My Soul to Take”, acerca de un asesino en serie que regresa a su pueblo natal para asesinar a siete niños nacidos en la fecha en la que él fue dado por muerto. Además, en la actualidad se encuentra dirigiendo la cuarta entrega de “Scream”, de nuevo con Williamson en el guión y con los actores Neve Campbell, Courtney Cox y David Arquette pasando el testigo a una nueva generación encabezada por Emma Roberts y Hayden Panettiere. Esta nueva secuela ha dado mucho de qué hablar y hace pocas semanas, durante el rodaje de la película, el propio Craven salió a la palestra para denunciar la poca libertad con la que los ejecutivos del estudio le estaban dejando trabajar.

Wes Craven está considerado como un nombre de referencia en el cine de terror de los últimos 40 años. Sin embargo, mientras sus éxitos le han encasillado dentro de un tipo de películas muy determinado, sus fracasos han dejado en evidencia sus limitaciones como cineasta. A fecha de hoy, es difícil imaginar que su carrera tras la cámara pueda aportar algo nuevo a su filmografía y su destino parece estar más bien encaminado hacia seguir explotando aquellos elementos que le han aportado fama, historias de terror, con asesinos de arma blanca y un ocasional discurso de crítica social.

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