miércoles, 11 de agosto de 2010

“PESADILLA EN ELM STREET. EL ORIGEN”. MALOS SUEÑOS

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1. INTRODUCCIÓN

Desde que en 2003 Michael Bay produjera con bastante éxito el remake de “La Matanza de Texas”, su compañía Platinum Dunes parece empeñada en remodelar los principales títulos de terror de los 70 y los 80. Tras Caracuero y familia (que a su vez engendraron una precuela con los orígenes del matarife favorito del cine) llegaron los poltergeists de Amityville con “La Morada del Miedo”, el autoestopista de “Carretera al Infierno”, el Jason Voorhees de “Viernes 13” y, ahora, Freddy Krueger. Todas ellas manteniendo claves similares: guiños nostálgicos a los títulos originales para convencer a los espectadores veteranos, y estética MTV para que los más jóvenes de la platea no se sientan desplazados.

2. REINICIANDO A FREDDY

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Al igual que sucedía con algunos de los títulos anteriores, rehacer a Freddy Krueger conllevaba dos problemas de antemano. El primero era con qué versión de Freddy quedarse, ya que el personaje sufrió varios cambios a lo largo de las películas anteriores. Estaba el Freddy más aterrador de la primera y, en cierto modo, la segunda entrega; el Freddy cada vez más jocoso de los episodios 3, 4, 5 y 6, que, a su vez, era el más popular; y el Freddy postmoderno de “La Nueva Pesadilla de Wes Craven”. La decisión fue regresar al concepto original de Wes Craven y limitar el componente de comedia negra. Esto supuso también reducir el protagonismo del personaje y, en sus apariciones, mostrarlo lo menos posible, jugando con las sombras para esconder su rostro.

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El segundo problema fue encontrar sustituto para Robert Englund. A diferencia de otros “monstruos” del cine de la época (Caracuero, Michael Myers, Jason Voorhees) Krueger era algo más que una presencia que iba desollando adolescentes en sus películas, era un verdadero showman, con carisma y personalidad, por lo que hacía falta un actor capaz de recoger el testigo de quien había interpretado el papel durante casi 20 años. El primer nombre que se estuvo barajando fue Billy Bob Thorton, sin duda un actor con los componentes necesarios para interpretar a un buen Freddy Krueger. A medida que el proyecto se fue desarrollando esta opción se fue diluyendo, hasta que, en 2006, Jackie Earle Haley sorprendió a espectadores de medio mundo con su papel de violador pedófilo que intenta reintegrarse en la sociedad en “Juegos Secretos”. La mezcla de patetismo y amenaza que desprendía este personaje le convirtió en un candidato perfecto para el papel. Además, el hecho de que para la nueva versión de “Pesadilla en Elm Street” se quisiera mantener la pedofilia de Krueger (un elemento que Craven se planteó para la original, pero que prefirió dejar aparcado, describiendo al personaje simplemente como un asesino de niños) era otro punto a favor del actor.

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A parte quedaban otros factores, como los orígenes del personaje. Inicialmente se planteó la película como una especie de precuela, en la línea de lo que hizo Rob Zombie con el remake de “La Noche de Halloween”, explicando los antecedentes del personaje antes del inicio de la acción. Al final, esto ha quedado restringido a un pequeño resumen explicativo antes de llegar al clímax de la película. También se quiso buscar un equilibrio entre reproducir los momentos antológicos del film de Craven y generar para los asesinatos de Krueger escenas que resultaran novedosas.

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El resultado final es un Freddy Krueger que, efectivamente, vuelve a resultar inquietante y aterrador, principalmente gracias a la labor de Jackie Earle Haley, quien sabe meterse en el papel, manteniendo algunos componentes de Englud, pero también haciéndolo suyo. Se respeta bastante la estética del personaje (el icónico guante de cuchillas, el raido jersey a rayas y el sombrero), aunque se apuesta por un maquillaje más realista (llevado a cabo por el mismo equipo que se encargó de crear a Dos Caras en “El Caballero Oscuro”). El problema con respecto al personaje es cuando se busca darle una mayor dimensión psicológica a través de los flashbacks oníricos. Si en la cinta de Craven Krueger era un ser demoníaco sin mayor justificación que su propia maldad (algo que no cambió en las secuelas a pesar de que se van aportando datos sobre su vida como cómo fue engendrado en un manicomio, algunos elementos de su vida, que tuvo una hija, o su asesinato a manos de los padres de la Calle Elm), en el remake pasa a convertirse en una persona enferma y perturbada. Esto añade un cierto patetismo a su figura pudiendo generar en el espectador un sentimiento de pena o indulgencia hacia el villano.

3. PERSONAJES

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A parte de la figura de Freddy, también era necesario replantearse a los otros protagonistas de la historia, los antiguos niños de Elm Street, ahora convertidos en adolescentes que deben volver a enfrentarse a Krueger, tras olvidar los abusos a los que les sometió cuando eran pequeños. Está claro que en todo slasher que se precie hay únicamente dos papeles realmente determinantes, el asesino y la heroína (salvo casos contados, en estas películas el protagonismo suele recaer más en personajes femeninos que en masculinos), el resto pasa a convertirse en carne de cañón, víctimas sin escapatoria del sadismo del villano. Sin embargo estos personajes secundarios también deben ayudar a generar lazos emotivos con la protagonista y el espectador, en caso contrario, sus muertes carecerán de sentido y la película no poseerá tensión dramática.

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Esto es algo que Wes Craven sabe perfectamente y lo lleva aplicando en sus películas desde “La última Casa a la Izquierda”. En la “Pesadilla en Elm Street” original, el director se esforzó en crear un sentimiento de camaradería entre los cuatro personajes principales, de manera que cada muerte suponía un impacto emocional para el espectador (las más recordadas, las muertes de Tina, degollada por Freddy mientras era zarandeada por las paredes de la habitación, y Glen, tragado por la cama y escupido como un torrente de sangre). Daba igual que los actores no fueran muy conocidos (éste fue el debut cinematográfico de Johnnie Depp, quien curiosamente consiguió el papel tras acompañar al casting a su amigo Jackie Earle Haley), sus personajes debían llegar al espectador.

A Nightmare On Elm Street

En el remake nos encontramos con todo lo contrario. Hay un esfuerzo por aislar a los protagonistas, los vínculos entre ellos apenas están trabajados y no se trasmite ningún lazo afectivo con el público. Se quiere tirar por actores de cierta fama, procedentes en su mayor parte de la televisión y por lo tanto reconocibles por los espectadores más jóvenes (a Kellan Lutz lo hemos visto en las tres películas de “Crepúsculo”; Thomas Dekker ha salido en “Héroes” y “Las Crónicas de Sarah Connor”; Katie Cassidy, lazos familiares aparte, es conocida gracias a “Supernatural” y el reboot de “Melrose Place”; y, además de series de televisión varias, Kyle Gallner ha sido visto en las pantallas de cine recientemente en “Exorcismo en Connecticut” y “Jennifer’s Body”), pero a medida que Freddy va acabando con ellos, la sensación que impera en la platea es la de indiferencia ante unos personajes que no han calado entre el público y que tampoco suponen una gran pérdida emocional para sus compañeros.

4. PUESTA EN ESCENA

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Parte de la responsabilidad de este desapego emocional hacia los personajes es responsabilidad del director de la película, Samuel Bayer, un realizador de extensa experiencia en el terreno del videoclip (ha filmado trabajos para Iron Maiden, Garbage, Tha Cranberries, Smashing Pumpkins, Green Day o Metallica, entre otros), pero que debuta en el cine con este remake. Como suele suceder con muchos directores procedentes del campo de la música, Bayer muestra una gran preocupación por el apartado estético de la película, y se olvida de dar mayor prestancia a los personajes. El resultado es una puesta en escena fría e insustancial que genera desidia y aburrimiento en el espectador.

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Esto es especialmente notable en aquellos momentos donde Bayer introduce guiños a la cinta de Craven. Si bien el asesinato de Kris (Tina en la original) vuelve a ser uno de los momentos más impactantes de la película, está lejos de reproducir la angustia y la tensión de la primera versión (especialmente en lo referente a toda la secuencia de persecución del personaje en el sueño, que aquí carece de inquietud alguna). Otros momentos, como la escena de la bañera o la aparición del cadáver de Kris en una bolsa de plástico, resultan aberrantes por lo vacíos, gratuitos y desaprovechados que quedan.

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Finalmente, para aquellos que vayan a ver la película buscando una cinta de terror gore, también avisarles de que las escenas sangrientas son muy contenidas. En momentos como, de nuevo, el asesinato de Kris o la sorpresa final, el director se permite desplegar algo más el armamento gore, pero olvídense de ver a Freddy cortándose sus dedos o ninguna fuente de sangre emanando de una cama.

5. CONCLUSIÓN 

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Desgraciadamente, a la hora de hacer una valoración global, nos encontramos ante una película sentenciada. Como cinta de terror, esta nueva “Pesadilla en Elm Street” resulta mediocre y aburrida, y como revisión de un clásico del género, apenas es una tenue sombra de lo que fue la original. Del conjunto lo único destacable es la interpretación que Jackie Earle Haley hace de Freddy Krueger y la puesta en escena de algún momento aislado de la película. El resto seguramente se desvanecerá de nuestra mente en cuanto salgamos del cine, como muchos sueños al despertar.

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