1. INTRODUCCIÓN
El cine ha contado en multitud de ocasiones y desde diferentes puntos de vista las bambalinas de la industria. Lo que hay detrás de la realización de una película puede llegar a convertirse en algo tan interesante como la película en sí. Sin embargo, lo que no se prodiga tanto es la autoreflexión, artistas que hagan películas sobre su propio universo creativo. Eso es lo que hace especial una película como “Fellini 8 ½”.
2. EL TÍTULO
Es indudable que la filmografía de Federico Fellini cuenta con una personalidad propia, que ha querido ser imitada por muchos artistas con posterioridad, pero que nunca ha llegado a ser igualada. Pocos cineastas pueden presumir de tener un estilo, unas temáticas, una visión del mundo y del cine tan personal e intransferible. Y de eso habla precisamente esta película, ya incluso desde su mismo título. 8 y ½ hace referencia al puesto que ocupa este trabajo en el orden cronológico de su filmografía. Previamente había rodado seis películas, dos cortometrajes y había dirigido a medias con Alberto Lattuada su opera prima, “Luces de Variedades”, lo que venía a dar una suma de 7 ½.
3. REALIDAD, RECUERDO Y ENSOÑACIÓN
Formado dentro de la escuela de Neorrealismo, Fellini nunca abandono su interés por el mundo que le rodeaba, pero su sensibilidad le llevaba a mostrarlo de una manera más abstracta, pasada por el tamiz de su propia sensibilidad como autor, sus sueños y sus recuerdos. En “8 ½” se nos presenta a Guido Anselmi, un célebre director de cine que atraviesa una crisis de creatividad, esta excusa servía a Fellini para hacer una reflexión personal sobre su cine y apuntar el camino que iba a seguir su filmografía de ahí en adelante, convirtiendo a este trabajo en un precoz compendio de lo que la crítica lleva intentando dilucidar desde entonces.
A lo largo de las 2 horas y 20 minutos de metraje, Fellini desafía al espectador entremezclando realidad, recuerdo y ensoñación como si todo fuera una misma cosa. La película empieza con el protagonista atrapado en un coche en medio de un atasco, de pronto el vehículo empieza a llenarse de humo y ante la mirada inexpresiva del resto de los conductores, consigue huir por la ventana y sale volando de ese lugar angustioso. Más tarde, Guido se irá cruzando con los fantasmas de sus padres, recordará su despertar sexual y fantaseará con reunir en un harén a las diferentes mujeres de su vida, todo ello mientras está rodeado por su esposa, su amante y todo el equipo de rodaje de la película que lo acosan sin parar para que responda a preguntas sobre la película.
4. FELLINI VISTO POR FELLINI
Es en este Guido Anselmi donde encontramos un remedo del propio Fellini. No es sólo que el tipo de películas de personaje haga referencia a las del director, también podemos encontrar apuntes biográficos, como su carácter mujeriego, su relación con su mujer (la también actriz Giulietta Masina) y obsesiones personales como ese fetiche erótico preadolescente de Saraghina, recuperado posteriormente de manera recurrente, por ejemplo en la estanquera de “Amarcord”. Al mismo tiempo, la película es toda una declaración de intenciones en lo que a puesta en escena e imaginería se refiere. Fellini parte de la realidad y la deforma, la convierte en algo grotesco, paródico e irreal. En este sentido, la película tiene la paradoja de ser la respuesta más sincera de un mentiroso fabulador.
5. MARCELLO MASTROIANNI
Dentro de esta ilusión, de esta falsedad con la que juega Fellini, destaca la presencia de su alterego en la pantalla, el actor Marcello Mastroianni, el actor que mejor supo reflejar la personalidad del director en sus películas. Guido es tan seductor y farsante como Fellini, pero con el físico, la elegancia y el porte más refinados de Martoianni.
6. LAS MUJERES Y LA SECUENCIA DEL HARÉN
El reparto femenino es amplio y heterogéneo, desde la vulgar exuberancia de su amante Claudia o de Saraghina, hasta la discreta y elegante belleza de su mujer, Luisa, pasando por el sex appeal cinematográfico de Claudia, o la turbadora presencia de Gloria, la amante del productor. Esta obsesión por el género femenino y la fantasía de macho dominante quedaron magníficamente reflejadas en una de las mejores secuencias, la del harén, donde Guido fantasea con reunir a todas las mujeres de su vida en un único espacio de armonía y sumisión.
7. LA INDUSTIA DEL CINE ITALIANO
“8 ½” supone también una reflexión sobre la industria del cine italiano. Tras las penurias de la postguerra, la presencia de cineastas como Vitorio DeSica, Luchino Visconti, Roberto Rosselini o el propio Fellini había dado al país una gran reputación artística en todo el mundo. El cine italiano era visto como un referente de vanguardia y modernidad, sin embargo, Fellini no duda en evidenciar la hipocresía de una industria plagada de hipócritas sin criterio artístico que simplemente se dejan llevar por el talento de otros para recoger las migajas del éxito, representándolos como una ociosa élite dentro de la nueva burguesía del país.
8. LA CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA
Fellini tampoco sintió piedad por la crítica literaria de la época, y adelantándose a lo que se pudiera decir de su película creó la figura de Carini, el crítico cinematográfico, quien continuamente está desprestigiando el guión de Guido con prepotentes peroratas intelectuales. Esto era un arma arrojadiza hacia personas concretas como Guido Aristraco, el fundador de la revista Cinema Nuovo, quien no era precisamente un seguidor de Fellini, pero también una forma particular del cineasta de reírse de su propia película.
9. IGLESIA Y SOCIEDAD
Otras referencias ineludibles en el cine de Federico Fellini y por lo tanto obligatorias en “8 ½” eran a la iglesia y a la sociedad de la época. Educado en un colegio católico, Fellini siempre se mostró disconforme con la Iglesia y en sus películas le gustaba provocar al restrictivo moralismo de ésta con un discurso de desbordante sexualidad. La Italia que describe el cineasta está anquilosada en la censura y el sentimiento de culpa propio del catolicismo, algo que afecta al propio Guido Anselmi para quien parte de su bloqueo creativo viene determinado por los remordimientos que le genera su infidelidad.
10. MÚSICA Y PASARELA FINAL
Uno de los mejores acompañantes en este viaje que nos propone Federico Fellini es la siempre pletórica y evocadora música de Nino Rota. Rota fue uno de los más destacados músicos del cine italiano y claro antecedente y maestro de Ennio Morricone. Rota puso música a la segunda película de Fellini (la primera rodada en solitario), “El Jeque Blanco”, y permanecieron juntos hasta el fallecimiento del músico en 1979. Fueron las partituras de este compositor las que dieron ese tono provincial y circense a las películas del cineasta y, por supuesto, en “8 ½” no podía ser menos. En multitud de secuencias de la película encontramos la presencia de una banda que acompaña a los personajes con su música, lo que indica la importancia de este componente para el director. El momento cumbre llegaba con el clímax final, donde todos los personajes de la película se despiden mientras desfilan por la pasarela del falso decorado, acompañados por la música de Nino Rota, en un cierre absolutamente épico para la película.
11. INFLUENCIA POSTERIOR
Este ejercicio de autoanálisis ha sido imitado posteriormente por otros cineastas, algunos con más éxito que otros. Entre los más destacados podemos escoger dos nombres, Bob Fosse y Woody Allen. Fosse, un autor vinculado principalmente al género del musical, ofrecería su obra maestra en 1979 con la cinta “All That Jazz”. En ella, un despótico director de musicales hace compendio de toda su vida cuando ésta está a punto de llegar a su final en medio de la preparación de su último espectáculo. Sus infidelidades, su relación distante con su hija, su obsesión y perfeccionismo en el trabajo, todo confluye en una narración onírica, donde la realidad y el mundo subjetivo del protagonista se funden en un viaje fúnebre.
Por otro lado, Allen, admirador confeso de Fellini, analizó su propia obra, sus obsesiones y sus complejas relaciones sentimentales en la cinta “Desmontando a Harry”. Aquí también el mundo creativo del autor, su vida cotidiana y su obra se confunden en un amalgama de breves historias que acaban integrándose en un discurso personal y totalmente coherente. El homenaje a Fellini realizado tanto por Fosse como por Allen les llevaría a cerrar sus respectivas películas también con una pasarela en la que se reúnen los diferentes personajes de ese universo creativo que es la vida y la obra del artista.
12. EL MUSICAL
En 1982, con libreto de Arthur Kopit y con música y letras de Maury Yeston, se estrenaba en Broadway “Nine”, versión musical de “8 ½”, con el actor Raul Julia en el papel principal (rebautizado como Guido Contini). Esta obra acaparó múltiples éxitos y premios, siendo representada de manera habitual en los escenarios de Estados Unidos desde entonces. Durante mucho tiempo se estuvo barajando la posibilidad de realizar una versión cinematográfica de este musical, sin embargo, el desinterés del público por este género había prologado la adaptación.
Finalmente, tras el éxito de diferentes musicales en la gran pantalla, se escogió al director Rob Marshall (de amplia experiencia en los escenarios y autor de uno de las adaptaciones de mayor éxito, “Chicago”) para que llevara a cabo este proyecto, incorporándose posteriormente un recién oscarizado Daniel Day Lewis (en sustitución de un inicialmente previsto Javier Bardem) y un amplio reparto de actrices (Marion Cotillard, Penélope Cruz, Judi Dench, Nicole Kidman, Kate Hudson, la cantante Fergie y la sin par Sofía Loren). Desgraciadamente, el resultado sería poco reseñable. Todo aquello que de mágico, caótico y original tenía la cinta de Fellini, aquí era transformado en una historia y una puesta en escena convencionales, rutinarias y artificiales. La obra de Marshall puede parecer elegante, lujosa y atractiva a la vista, pero en su interior resulta hueca y pretenciosa, saldándose en un estrepitoso fracaso de crítica y público.
13. CONCLUSIÓN
Debido a su carácter confesional y absolutamente intimista, “Fellini 8 ½” es una de esas películas que son difíciles de entender más allá de la figura de su autor, de ahí la dificultad de imitarla, parodiarla, homenajearla o copiarla. Los mejores esfuerzos han sido aquellos procedentes de artistas que poseían también una fuerte personalidad y que supieron asimilar las intenciones de Fellini a su propio discurso artístico. Sin embargo, por esto mismo, el resultado ha sido obras que guardan poca relación con la cinta que toman como referente: una mera excusa argumental, quizás, y algún guiño cinéfilo a sus secuencias más representativas. Afortunadamente, para todo lo demás, sigue siendo necesario acudir a la fuente original.
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