LOS HERMANOS COEN. DOS TIPOS SERIOS.

Es curioso como dos artistas, cuyas obras hablan siempre del caos, de la desproporción, de lo imprevisible, pueden llevar 26 años trabajando juntos sin que se pueda apreciar ninguna fisura en su relación. Tal vez sea porque son hermanos, o tal vez hayan encontrado la forma de fundir sus egos para que no se enfrenten. Lo cierto es que, desde que estrenaran su opera prima en 1984, los hermanos Coen han conseguido que cada película suya cree expectación y que sean reconocidas tanto en los circuitos de festivales, como en las taquilla de las salas de cine. De su carácter, lo que más se suele destacar es su capacidad para estar siempre de acuerdo y el equilibrio con el que comparten las tareas de escritura, dirección, producción y montaje. Sin duda, el suyo es auténtico cine de autor, con la salvedad de que son dos.

Nacidos ambos en Minneapolis, Minnesota, Ethan el 21 de septiembre de 1957 y Joel el 29 de noviembre de 1954, los hermanos Coen se criaron en el entorno de una familia de clase media. Su padre, Edward Coen, era profesor de económicas en la Universidad de Minnesota y su madre, Rena Coen, historiadora del arte.

Joel fue el primero en involucrarse en el mundo del cine. Estudió cinematografía en el Instituto de Cine y Televisión de Nueva York e inició su carrera como montador de títulos de terror como “Lucifer” de Frank LaLoggia y “Posesión Infernal” de Sam Raimi, ambos de 1981. Por su parte, Ethan estudió Filosofía en la Universidad de Princeton, sin embargo, ambos hermanos coincidían en su pasión por el cine y juntos empezaron a escribir guiones. En 1984, debutaron con “Sangre Fácil”, donde aparecían ambos acreditados como guionistas, Joel como director e Ethan como productor. A su vez, el montaje de la película fue llevado a cabo por ambos bajo el seudónimo de Roderick Jaynes, alias que mantienen aún hoy en día. Este esquema es el que han seguido durante la mayor parte de su carrera, a pesar de que es sabido que los dos hermanos llevan a cabo todas las labores de manera conjunta, independientemente de lo que aparezca reflejado en los títulos de crédito.

“Sangre Fácil” era un tributo al cine negro americano desde su personal y extravagante óptica, con un deslumbrante estilo narrativo y un inteligente sentido del humor. La película ya indicaba algunas de las constantes de su cine, en el que todo parece marcado por un tono oscuro y pesimista, y donde hasta los elementos más realistas son presentados desde un cierto distanciamiento. Esto produce en el espectador una sensación de irrealidad o de ensoñamiento. La película ofrecía un magnífico trabajo de dirección de actores, destacando el papel de M. Emmet Walsh, y encontrándose también entre el reparto la actriz Frances McDormand, con quien Joel contrajo matrimonio el mismo año del estreno del film y que se ha convertido en uno de los rostros recurrentes de su cine.

La amistad de los dos hermanos con el director Sam Raimi, les llevó en 1985 a escribir el guión de “Ola de Crímenes, Ola de Risas”, una comedia absurda dirigida por el propio Raimi. No sería la última vez que trabajaron juntos lo tres cineastas, ya que Raimi hizo un cameo especial en “Muerte entre las Flores”, y se encargó de las labores de dirección de segunda unidad en “El Gran Salto”, de la que también es coautor del guión.

Si hay algo que ya apuntaba “Ola de Crímenes, Ola de Risas” era la tendencia de los hermanos hacia la comedia absurda, deudora del mundo alocado de los dibujos animados de la Warner. Desgraciadamente, el particular sentido del humor de estos dos cineastas, por regla general, incluso hoy en día, resulta un tanto incomprendido, y cuando han apostado por este género ha sido cuando han recibido las respuestas más frías y decepcionantes por parte del público y la crítica (aunque con posterioridad muchas estas comedias se han visto reivindicadas por los fans). Éste fue precisamente el problema de “Arizona Baby”, su segunda película, estrenada en 1987. La cinta estaba protagonizada por Nicholas Cage, y Holly Hunter, con una aparición especial como secundario de John Goodman, quien posteriormente también ha pasado a formar parte del grupo de actores recurrentes de los Coen. El tono disparatado y frenético de la película no fue entendido en su momento, y la cinta fracasó en taquilla. Curiosamente, el paso del tiempo ha ido haciendo justicia, y hoy en día podemos decir que se trata de un verdadero título de culto.

Tras el fiasco inicial de “Arizona Baby”, los Coen regresaron a los ambientes criminales con “Muerte entre las Flores”. En esta ocasión, se trataba de una cinta de gangsters irlandeses, que homenajeaba la obra de escritores de serie negra americana como Dashiell Hammett. La cinta contaba con un reparto de lujo, encabezado por unos excelentes Gabriel Byrne y Albert Finney. Sin embargo, el actor que supo encandilar a todo el público con su trabajo fue John Turturro, especialmente en la escena en la que suplica patéticamente por su vida. Al igual que sucediera con Goodman en “Arizona Baby”, la conexión de Turturro con el universo de los Coen pasó a ser muy especial, uniéndose a la trouppe de la pareja. “Muerte entre las Flores” disfrutó de una magnífica recepción, y está considerada entre los mejores trabajos de los hermanos Coen.

Durante el proceso de escritura de “Muerte entre las Flores”, los hermanos Coen sufrieron lo que se conoce como el bloqueo del escritor, y ante la desesperación por no poder continuar con su trabajo, ambos idearon una historia sobre un dramaturgo de principios de los años 40, que también sufre este terror a la página en blanco. Esta historia se materializaría como su siguiente película y recibió el título de “Barton Fink”. La cinta se presentaba como la versión de los hermanos Coen de “El Crepúsculo de los Dioses”, con una visión desencantada y nada glamourosa de la Época Dorada de Hollywood. Para esta película los hermanos contaron con dos de sus actores secundarios fetiche en los papeles protagonistas, John Goodman y John Turturro, quienes llevaron a cabo dos interpretaciones antológicas.

Tras dos títulos tan oscuros y amargos como “Muerte entre las Flores” y “Barton Fink”, el todopoderoso productor Joel Silver, conocido por sus películas de acción como “Arma Letal”, les propuso a los Coen producir su siguiente proyecto. Ante esta oferta, y la posibilidad de contar con un presupuesto más holgado, los hermanos recuperaron un viejo guión escrito junto con Sam Raimi, “El Gran Salto”, un tributo a las comedias amables e inocentes de Frank Capra. La película contó con un verdadero despliegue de producción y con la presencia de un reparto de lujo: Tim Robbins como protagonista y ni más ni menos que Paul Newman como el villano de la función. Sin embargo, los Coens, fieles a su ideario, no pudieron resistirse a darle un papel o meros cameos a viejos amigos, como Bruce Campbell (actor fetiche de Sam Raimi), Jon Polito, John Goodman o Steve Buscemi. Nuevamente, este intento en la comedia no tuvo una buena recepción de público, y la película no funcionó en taquilla.

Tras esto, los Coen regresaron a terreno seguro, y pusieron sus esfuerzos en sacar adelante el thriller “Fargo”. Se trataba de una historia con reminiscencias del género negro, pasado por el prisma de los cineastas. A diferencia de “Muerte entre las Flores” o “Barton Fink”, el tono de esta cinta no era tan afectado, sino que más bien caía en los terrenos de la comedia negra. Los Coen presentaron la película como si fuera un hecho real, para así potenciar los factores más sórdidos de la historia. Posteriormente confesaron el engaño, cuando vieron que éste había surtido efecto. La película recibió siete nominaciones a los Oscars, entre ellas la de Mejor Película y Mejor Director. Ethan y Joel consiguieron ganar el premio al mejor guión y Frances McDormand la estatuilla a la mejor actriz.

Si “Fargo” era un thriller con ribetes de comedia negra, para su siguiente película optaron por un tono de comedia con toques de thriller. “El Gran Lebowski” supuso una vuelta de turca al habitual humor absurdo y grotesco de los Coen, aunque en este caso sí consiguieron acertar en la diana. La película, protagonizada por Jeff Bridges, y con un nutrido de excelentes secundarios (entre los que se encontraban una vez más John Goodman, Steve Buscemi y John Turturro, además de una excelente Julianne Moore), supo encontrar su público, convirtiéndose en un fenómeno de culto inmediato. De hecho, existe un amplio grupo de fans que se reúnen anualmente en el Lebowski Fest. Y es que El Nota, el personaje encarnado por Bridges, es, sin duda, una de las creaciones más carismáticas de los Coen, con su halo de viejo hippie, su estrafalaria forma de vestir y su peculiar comportamiento.

En el año 2000, los Coen volvieron a triunfar con una comedia, “O Brother”, en la que tomaban varias referencias a “La Odisea” de Homero, adaptándolas al entorno sudista norteamericano de los años 30. El protagonista de la cinta fue George Clooney, como Ulysses Everett McGill, papel que le proporcionó el Globo de Oro como mejor actor de comedia. Junto a él nuevamente clásicos del cine de los Coen, como John Turturro, John Goodman, o Holly Hunter, a los que se les sumaba Tim Blake Nelson en un divertido y grotesco papel. Esta primera colaboración con Clooney fue muy satisfactoria para los cineastas, iniciando así lo que el actor y los directores han pasado a denominar su “Trilogía de los Idiotas”.

Tras ver como su sentido de la comedia ya se había asentado entre el público, los cineastas volvieron a cambiar de tercio y regresaron al terreno del cine negro con “El Hombre que Nunca Estuvo Allí”. Se trataba de una cinta elegantemente rodada en blanco y negro, y protagonizada por un magistral Billy Bob Thornton. Como es habitual en los Coen, nos encontramos ante una cinta de guión férreo, de ritmo pausado y sustentada por un extraordinario elenco de actores. Como curiosidad, comentar que ésta fue una de las películas con las que empezó a llamar la atención Scarlett Johansson, antes de protagonizar “La Joven de la Perla” o “Lost in Translation”.

Movidos quizás por un interés en realizar un tipo de película más comercial, los hermanos decidieron dar su versión de una comedia romántica con “Crueldad Intolerable”. Protagonizada por una pareja de lujo, Catherine Zeta Jones y, de nuevo, George Clooney, la película demostraba que hasta los proyectos más abiertamente comerciales de los Coen contaban con su particular toque personal. Sin embargo, para adaptarse a su modelo, aligeraron bastante el tono habitual de su cine y el resultado fue un tanto decepcionante. En cualquier caso, la cinta cuenta con algunos gags francamente divertidos y una excelente química en pantalla entre los dos protagonistas. Aún menos afortunado fue su siguiente título, “The Ladykillers”, remake de la cinta británica de los estudios Ealing “El Quinteto de la Muerte”. Protagonizada por Tom Hanks, la cinta fracasa irremediablemente y no sabe sacar partido al excelente material de la obra original. Nos encontramos a todas luces con el mayor fracaso, artístico y económico de los Coen, y una película que a sus fans nos gustaría poder borrar de su filmografía.

Tras este tropiezo, Joel e Ethan participaron en el film colectivo, “Paris Je T’aime”, con un curioso corto protagonizado, cómo no, por Steve Buscemi. Sin embargo, este pequeño trabajo no fue suficiente como para quitar el mal sabor de boca de su película anterior. Para eso, los cineastas recurrieron al prestigioso escritor Cormac McCarthy, adaptando su obra "No es País para Viejos".

Esta cinta terminó de confirmar el estatus artístico de los Coen en la industria de Hollywood y a nivel internacional, con una destacadísima escalada de premios hasta llegar a los Oscars (donde, entre otros, recibieron los premios a Mejor Película y Mejor Dirección). La crítica alabó la interpretación de Javier Bardem (cuyo personaje de Anton Chigurh pasó a introducirse en los primeros puestos de las listas de grandes villanos del cine), mientras que su protagonista, Josh Brolin se convirtió de manera inmediata en uno de los actores más reclamados por los estudios de Hollywood.

Aquellos que pensaban que tras el éxito de "No es País para Viejos" los Coen pasarían a institucionalizarse dentro de la industria se equivocaban de cabo a rabo. Su siguiente trabajo fue “Quemar Despúes de Leer”, una surrealista comedia, absolutamente en la línea de su dos autores, donde, con la presencia de un importante elenco de actores (George Clooney, Brad Pitt, John Malkovich, Frances McDormand, Tilda Swinton o Richard Jenkins), desarrollaban una historia repleta de absurdos y malentendidos, con personajes caóticos y absolutamente patéticos. Por supuesto, como era de prever, el brusco cambio de "No es País para Viejos" a “Quemar Después de Leer” cogió desprevenidos a aquellos espectadores que se habían acercado a los Coen por primera vez a través de su oscarizada película, e incluso a los más veteranos les sorprendió (en muchos casos de manera negativa) ese cambio de registro. La cinta es claramente un título menor dentro de la extensa filmografía de estos directores, pero pese a su apariencia de comedia fútil, tiene guardada en su interior algunas manzanas envenenadas que hacen que no resulte un título tan trivial como puede parecer a simple vista.

El último trabajo de los Coen estrenado en nuestro país hasta la fecha ha sido “Un Tipo Serio”, una comedia negra con la que los dos hermanos se han adentrado en terrenos que le tocan muy de cerca (se profundiza en la cultura de la comunidad judía estadounidense, al mismo tiempo que su personaje protagonista es un profesor universitario, al igual que su padre). El habitual tono frío y extravagante de su cine, sumado al hermetismo de la cultura hebrea y a uno de los cierres más anticlimáticos y abruptos de toda la filmografía de los hermanos Coen (por encima incluso que el tan comentado final de “No Es País para Viejos”) dejó desconcertado al público que fue a verla, sin embargo, la crítica la alabó como una sorprendente parábola moral, y obtuvo sendas nominaciones a los Oscars en los apartados de Mejor Película y Mejor Guión Original.

Fieles a su capacidad para reinventarse sin perder su esencia, Joel e Ethan Coen se encuentran en la actualidad en pleno proceso de postproducción de su nuevo trabajo, su primera incursión en el western, adaptando una novela de Charles Portis que en 1969 ya inspiró la celebrada película de John Wayne “Valor de Ley”. En esta ocasión el personaje de Reuben Cogburn lo interpretará Jeff Bridges, en su esperado regreso al cine de los hermanos Coen, con destacados papeles también para Josh Brolin y Matt Damon. Veremos qué elementos propios aportarán estos peculiares creadores al clásico entorno del western estadounidense. Al fin y al cabo, títulos tan dispares como “Sangre Fácil”, “O Brother” o “Un Tipo Serio” ya guardaban entre sí un único denominador común lo suficientemente poderoso como para que podamos identificar sin dificultad su procedencia. De ahí que, a pesar de su eclecticismo, el cine de los hermanos Coen mantiene una férrea coherencia interna, procedente de la personalidad de estos insobornables autores.